José María Esteban
Codazos y rebrotes
Una ciudad con tantas posibilidades de ser especialmente potente, sigue permaneciendo en el final del pasillo del mapa
Las sociedades caminan y transitan como dijimos. Van cambiando. A veces a ritmos de transformaciones culturales, lentas y nada cruentas, o a veces con revoluciones drásticas, a veces dramáticas, sangrientas unas o como la que estamos pasando, medio cruentas, y cuyo final no se atisba ... saber.
Aquello que desdeñábamos, lo de dar codazos, se nos muestra como una garantía de salud y de cordialidad. Dónde hemos ido a parar, cuando antes era todo lo contrario, era un ademán de falta de respeto, trepas y poca prudencia. También mostrar la cara completa con los ojos, ventanas del alma, pero acompañados de la sonrisa o adustez del ceño, ahora hay que ocultarla del aerosol vírico que nos amenaza. En Japón, observamos que era común en zonas muy pobladas, o sea en todo el país, ver paseando o en el metro muchas mascarillas, pero eran de los que estaban infestados, no de los demás. El grado de respeto por la multitud allí, es muy alto.
Cádiz, como muchas ciudades, se prepara para un largo periodo de codazos y mascarillas. Codazos amables para encontrar también lo mejor para su desarrollo y futuro, y mascarillas porque aquí nadie que nos represente quiere dar la cara por nada. No es negatividad, es constatar como hemos dicho en muchos otros artículos, que en Cádiz el sistema de aletargamiento llega a límites insospechados. Una ciudad con tantas posibilidades de ser especialmente potente, sigue permaneciendo en el final del pasillo del mapa. No solo sin Calviño o un dinero europeo que necesitamos, sino sin que nadie repare en sus mejores oportunidades y presente brotes nuevos. Rebrotes siempre los hubo, y hay que saber gestionarlos y aprovechar sus fortalezas.
Tenemos un puerto que a duras penas logra cuadrar cuentas, y si no lo hace, lo tenemos duro, es nuestra columna vertebral. Bienvenida su apertura a la ciudad. El turismo, ya vemos como un suspiro de coronavirus, nos para a todos parados y nadie viene, así que la hostelería secuestrada. Las cosas de la cultura y educación como la Universidad, en fase de saldos y menosprecios. Lo del Valcarcel sigue siendo otra espinita que se nos ha clavado en el corazón. La sanidad, en un hospital que no sabe si resistirá por sus pocos medios o será víctima de una nueva especulación.
Solemos decir que somos pesimistas, y así no vendemos la moto, que por otro lado, también se nos fue por otros caminos. Es verdad que seamos de unos, seamos de otros o simplemente seamos, aquí no trae nadie a Cádiz ningún obligado cargamento de riqueza y economía permanente.
Creemos que la época de esta pandemia pasará, pero es que nosotros los gaditanos, siempre estamos a que nos lo traigan, y creo que va siendo hora de que salgamos a traerlo. ¿Cómo? Pues demostrándonos a nosotros mismos y a los demás, que somos esforzados, que sabemos hacerlo, que es posible confiar en nosotros y que también somos una raza de emprendedores como las del siglo de las luces. Nuestros hijos, por necesidad, lo hacen fuera. Hay que seguir con un talante mucho mas echado para adelante, y no tan auto subvencionados. En épocas difíciles las oportunidades son más aprovechables. Entonces esto irá mucho mejor. Sin codazos, habrá que esperar nuevos rebrotes de emprendimiento, mejores tiempos y aprovecharlos. Salud y mejoremos, aunque ojo, debemos seguir enmascarados.