José María Esteban

¿Cambio de clima o cambio de cultura?

Muchos pensamos que la carrera de estos últimos días en la concienciación de los efectos de un cambio climático inexorable, no es ni tanto ni tan poco

José María Esteban

Muchos pensamos que la carrera de estos últimos días en la concienciación de los efectos de un cambio climático inexorable, no es ni tanto ni tan poco. La concienciación de todos para asumir que vienen efectos terribles para el planeta, a veces requieren de estos ... mensajes ardientes y extremistas. Quizás esta especie, solo es capaz de concienciarse si se le enseña la regla o castiga mirando a la pared. Soy de los que piensa que la naturaleza y el equilibrio planetario, son mucho más potentes que cualquier desarrollo de especies en sus contornos, y posiblemente sea una aceleración de un hecho más natural que sobrevenido por las conductas de los humanos. Eso no significa que nuestra cultura no deba ir corrigiendo actitudes que no son buenas para nuestra salud y la protección del medio ambiente.

En mi opinión, creo que se trata más de un cambio de cultura que de conducta. Somos derrochadores por naturaleza, y el hecho de ser ya casi definitivamente más consumidores que ciudadanos, nos lleva a perder la claridad de los mensajes y lo mejor para el común. Por supuesto que hay que evitar los excesos en el consumo insostenible, en la emisión de CO2, eliminar del uso al máximo del plástico como herramienta de transporte, o sensibilizarnos en lo limitado de los recursos entre otros temas, con una nueva cultural respetuosa con nosotros, con los demás y con el mundo que ocupamos.

Pero el asunto no solo está en que corrijamos, como personas y colectivos nuestras maneras de consumir, sino en cómo cambiamos los sistemas de producción de las grandes empresas que nos alimentan o nos visten a su avío, por hablar de lo más inmediato ¿Cómo será posible eliminar los combustibles fósiles? ¿Quién liberará las patentes de energía del agua o fusión nuclear, menos dañinas, pero mucho más baratas para todos? ¿Quién podrá tasar los gastos diarios por ciudadano para evitar consumos desmesurados? y ¿Quién impulsará realmente un mejor reparto entre norte sur, o entre ricos y pobres? Etcétera.

Este cambio de cultura climática verdaderamente sostenible, no solo debe venir de las agendas 2030 de la ONU, Cumbres COP25, o miradas de niños que dan miedo. Si de verdad no queremos quedarnos sin el actual contorno de los continentes, ya que posiblemente el agua crece por fenómenos, no solo humanos, sino del propio sol que desprende energías de magnitud mayores y menos predecibles, habrá que cambiar los usos inadecuados a la vida en este planeta. Aunque solo sea no crecer medio o un cuarto de grado, seguro que favoreceremos nuestra estancia en él, y estaremos más en sintonía con una cadencia natural protectora con nosotros mismos.

Lo complejo y difícil, tal como hemos montado el tinglado, repito, será desmantelar los palos y toldos de los dueños de la producción tal como están ahora, y hacer que busquen nuevas alternativas a sus productos. Eso será lo realmente complicado, ya que el cortoplacismo, la ganancia inmediata, el mirar para otro lado, los populismos y el entendimiento de las tecnologías no como fines sino como útiles, será el reto. Tan duro que igual no nos da tiempo y podamos quedarnos en el camino, intentándolo. Salud, más que nunca.

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