José María Esteban
Cádiz, ciudad construida con el mejor material
Los arquitectos perseguimos básicamente diferenciar y extraer lo claro de lo oscuro
Los arquitectos perseguimos básicamente diferenciar y extraer lo claro de lo oscuro. Definir las líneas generadoras y los entornos sensitivos mediante haces que no se dibujan en el papel, pero que constituyen la envoltura y contenido de la corporeidad, es nuestro oficio. Nuestras ideas deben ... transmitir sensaciones en las que los humanos nos sintamos más identificados y satisfechos en las expectativas, diseñando con las armas de los volúmenes y los espacios. El orden que consigamos en ellos, hará que sus destinatarios se encuentren en mejores condiciones sicológicas para lo que todos venimos a este mundo: ser felices y estar seguros. Derivar por caminos de la simple raya, la sinrazón de los cuerpos etéreos, el divismo o el fanatismo de lo solamente racional, puede desembocar en frías estructuras que nada dicen.
Este nuevo año, en el que debemos alumbrar nuevas ilusiones, quiero comenzar por destacar la especial categoría de un material, que es con el que más trabajamos los que tenemos esta bendita profesión de arquitecto. Es en sí inmaterial, sin consistencia, vehiculado por átomos de elementos químicos gaseosos, procedente de una cantera madre casi inagotable y lleno de mil colores juntos. Es la LUZ. Algunos arquitectos han conseguido bellos diseños en la talla de este material, que los distinguen con clara personalidad. Como ejemplo nuestro colega de adopción Alberto Campo Baeza, actual premio Nacional de Arquitectura, aunque en Entrecatedrales, su obra está por terminar y resolver los daños ocasionados. Hay muchos ejemplos en la historia de la Arquitectura. Recordemos entre ellos a los primeros constructores de la época del Neolítico final hace 5.000 años, con Crómlech como Stonehenge o Almendros, o los Dólmenes de Antequera, donde el paso del sol de una estación a la otra quedaba fijado por una orientación mágica; o el de los grandes arquitectos egipcios, cuyo control lumínico en los patios, corredores y altares, conducían en los ritos procesionales a una sorprendente elevación del alma; o las pirámides mesoamericanas con las sombras esquineras convertidas en serpientes sagradas; o los grandes hacedores de Catedrales, cuyos rosetones y vidrieras a ciertas horas iluminaban los altares con mil y una tonalidad, congregando el símbolo del cielo en la tierra; o finalmente y más cercano nuestro querido e influencer máximo: Le Corbusier y su discipulario, entre ellos Nyemeyer, Barragán, Ghery... Que supieron utilizar nuevas tecnologías para acompañar y domesticar ese material divino. Hay mil y un ejemplos.
Esa materia etérea cuyo cincelado y difícil control llega a nosotros en forma de arquitectura, es la gran dificultad de nuestra profesión. Cádiz es una de las mejores canteras de este componente edificatorio. Sí, no saben lo difícil que es tratarlo y lo complejo de su escultura variante según el sol. Su fuerza quemante es quien lo alimenta, según se sitúa en el naciente horizonte hasta su ocaso. Siempre supo dirigir sus artísticos brazos en las formas más sobrecogedoras para que disfrutemos de las mejores sensaciones personales y compartidas.
Cádiz, lo digo con conocimiento de causa, no solo se nutre de su querida piedra ostionera, sino de una fulgurante claridad que hace a esta ciudad especial y diferente. Su luz directa, sus luces reflejadas en sus mares rodeadores, y la riqueza lumínica de sus marismas y blancas sales, la dotan del mejor componente edificador. Como no tiene consistencia, no se toca, no se palpa ni se abraza, ni se huele, no sabe ni se le escucha, es como si no existiera. Pero está muy presente. El más y visual de todos de todos los materiales de nuestras imágenes y urbanismos. Sin ella: la LUZ, no existiría nada para todos los sentidos. Este material debe acompañarnos en 2021 en el encuentro hacia esa Nueva Visión. Una Luz que ha sido muy apagada por el bicho, y que debe hacernos conscientes que lo esencialmente valido es modelarnos como seres completos en un espacio y un tiempo único, compartido y que nos ha tocado sufrir y vivir, Ánimo, que todos los túneles llevan hacia luces mejores. La nuestra se adivina cada vez más cercana, incluso con lo que está nevando.
Cuídense mucho y sobre todo no se dejen alucinar por falsas y engañosas luces, como la de los populistas que no nos llevan por buenos caminos. Ya hablaremos de los efectos ocurridos con esas fatuas lámparas en el Capitolio americano, en su colonia europea, o aquí mismo con más detenimiento. Salud y precaución.