José María Esteban
Un amartizaje posible
El síntoma de prosperidad es unirnos en metas comunes, trabajos, esfuerzos y progresivo saber que nos lleven a conseguir logros, en principio imposibles, pero que al final se consiguen
El pasado jueves 18 de febrero cuando a las 21.56 hora española el ‘Perseverance’ amartizó en el planeta rojo, ya lejano el alunizaje de junio de 1969, todos tuvimos una recordada emoción y felicidad compartida. El hecho que científicos españoles hayan colaborado en esta ... proeza espacial nos llena de satisfacción patria. No fue la misma euforia que en la época del Apolo 11, pero los tiempos cambian y seguro que la inquietud de algún fallo, mermó una gran publicidad. Debemos sentirnos muy orgullosos de que lo hayamos logrado.
Platón en su libro: ‘La alegoría de la caverna’, un volumen, como se dice ahora de culto que invito a releer siempre, decía: «La caverna es la prisión de la apariencia, de lo puramente sensible, de reflejos e imágenes, mientras que el mundo real y la idea del Bien son el verdadero conocimiento». Que traducido resulta: las personas no debemos atarnos a la ignorancia, ya que la cultura es el auténtico avance de la Humanidad.
Me viene a la memoria enfrentar estos hechos para valorar los pasos que damos en la historia de nuestra especie para seguir avanzando en lo mejor, El síntoma de prosperidad es unirnos en metas comunes, trabajos, esfuerzos y progresivo saber que nos lleven a conseguir logros, en principio imposibles, pero que al final se consiguen.
Por eso, y con la que esta cayendo, me produce verdadera tristeza que este país siga pensando en pequeñito y afrontando los retos con la sobrevaloración de las diferencias y no de los acuerdos y consensos. La política, que debe ser la referencia ética y honesta del ciudadano, debería liderar la joven democracia con un espíritu conciliador, racional, inteligente, motivado y a ser posible sensible. No es lo que vemos en el panorama actual... Ni pasado.
Se va sublimando lo que nos desconcierta y separa, más que lo que nos lleva por diferentes caminos a lugares más fructíferos. Seguimos en la más profunda de las cavernas, aparentando una relativa subnormalidad de homo sapiens primitivo.
Aunque estoy convencido que entonces hace 120.000 años, no se darían tantos disensos para la supervivencia. Porque de eso hablamos, de supervivencia en momentos claves de superación social y económica. Hemos de sobreponernos a una de las épocas más difíciles que se nos han planteado.
La política, la buena política, debería gestionar mucho mejor estos lenguajes de entendimiento y hacer que la sociedad, calmada, se agregue. La libertad de expresión también tiene límites que no hay que confundir con el furor. Estos reflejos de duros y teatrales encuentros, siempre llegan a ser tremendamente peligrosos. Hay evidentemente causas previas que hay que arreglar.
No queremos ser protagonistas de hechos iracundos y dañinos que nos lleven a ningún lado. Hay que hablar con el conocimiento. La violencia es la mano del ciego de la caverna que mata por miedo.
No aprendemos por más que nos apriete ahora el bicho. Seguimos ensalzando nuestros egos e inútiles dislates ideológicos, por encima del fin último que es el mejor mundo de los ciudadanos, a los que representa la política. No es posible cambiar todo en una legislatura, pero sí avanzar en lo posible y viable. Se ha perdido hace tiempo la cordura del acuerdo en lo común, para evitar tanta injusticia.
En esta primera guerra mundial del siglo XXI, no somos capaces de ocultar nuestro asustadizo reflejo, buscando la salida del agujero en las tareas de reconstrucción con mayor serenidad, humildad y sentido de futuro. Es la única forma de progresar.
Cada día deberíamos proponernos salir más de la cueva y realizar nuevos y atrevidos amartizajes, que nos permitan avanzar. Salud y ánimos, que las vacunas son el conocimiento que nos hará más libres.