José María Esteban
El alma de los ciudadanos
Lo que hay que transmitir es que por ahora, la condena de pasar este 2020, y posiblemente parte del 21 enmascarados, encerrados
Marco Lucio Vitruvio Polión, arquitecto romano y tratadista, allá por el primer siglo antes de nuestra era, en su maravillosa complicación sobre como construir: «Los diez libros de la Arquitectura», dejó escrito muy claramente los lugares que debían ocupar las ciudades para ser sanas. Partiendo ... de los principios griegos del stoikeia, es decir que todos los seres vivos o materiales estamos compuesto de agua, tierra, aire y fuego, establece las reglas básicas del desarrollo humano y urbano. Posiblemente hay un elemento, entonces olvidado, que es el que los une durante la vida y que hace posible esa fusión genética y que al perderse se pierden todos los demás, podemos establecer que sea el alma .
Esta época de contagios sinusoides y nuevos rebrotes, que se convierten en sicosis y realidades de inquietud y posibles nuevos confinamientos, nos hace pensar que el alma esté algo desequilibrada y produce alteraciones en la vida.
Las teorías, más o menos aviesas o populistas de la era tecnológica en la que nos encontramos, sea ese inmediato filtro del 5G (quinta generación), o sea espécimen de laboratorio, pueden preocupar en círculos de gran poder o interés supranacional. Lo que nos debe preocupar aquí cerca, es lo que hace que de nuevo, demos el cante con los contagios y las hospitalizaciones. Este país, al que tanto queremos, ha sido y será un país de paso, donde todos los conquistadores han circulado a través de nuestro carácter como seres graciablemente conquistables y así, después, sobrevivir nosotros. No sé dónde se encuentra el equilibrio de ciertas tribus que los hace más fuertes o más listos para saber combatir mejor las conquistas de externos. Lo que es en España, somos frágiles a las influencias de todo lo que sucede en el mundo, pero fuertes en la continuidad.
En mi humilde opinión, esa alma sana que se desprende de un buen funcionamiento de la sociedad está un poco tocada. Los meses de confinamiento han supuesto un apretado periodo irreflexivo para algunos, que al cesar, se ha convertido en un proceso de libérrimo contagio y una inconsciente creencia de que esto ya se había terminado. Posiblemente las informaciones por masivas, descabelladas, diferentes y encontradas, hacen que se pase del miedo a una libertad que nos descubre más irresponsables.
Los nuevos contagios se sitúan en edades muy jóvenes. Casi el 50% de ellos supone la población por debajo de los 40 años. Ya nadie recuerda que lo más peligroso era para las personas mayores. Lo que cambian las cosas. ¿Quién se equivoca? Ante este mundo de disloque comunicativo, o de interesada distorsión para sobrevivir, todo parece ser una contradicción viviente. Y no solo para este país, sino para los demás, que cuentan lo que les pasa, si lo cuentan, como quieren y como les interesa, Sobretodo los más cercanos.
Habrá que concluir en dos claras reflexiones, que ya hemos dicho varias veces. Primero que esta era del coronavirus sigue estando muy vírica, por darle su auténtico nombre. Segundo: a un alma latina como la nuestra, amante del roce y de la vida al exterior, las estoas y los bares, ponerles coto, es tremendamente complejo. Habrá que hablarnos claro. Lo que hay que transmitir es que por ahora, la condena de pasar este 2020, y posiblemente parte del 21 enmascarados, encerrados, en un estado de control y de desequilibrio del stoikeia, cosido por un alma que debe ser mucho más cauta, es la solución más certera.
Así que por favor, creamos que esto no se ha acabado. Que es verdad que alguien tendrá que pagar tarde o temprano esta enorme factura, supongo que serán los responsables del contagio y los que más ganen y se jacten de hacerlo. Sobrevivamos con una manera de comportarnos en la ciudad enferma mucho más precavida y respetuosa con nosotros mismos y los demás. Esto cambia mucho los comportamientos. Salud y lo dicho, precaución máxima y larga.