Violencia
«La escenita de esta pasada semana la han protagonizado un par de energúmenos que –frente a una pasiva Policía– increpaban a ciudadanos que ejercían su derecho a la Libertad Política y de Expresión»
Una vez más, Cádiz ha parido un espectáculo que ha dado la vuelta por todos los informativos nacionales y nos ha aportado un gradito más de vergüenza propia a los pocos que tenemos la fortuna de actuar como pequeños embajadores gaditanos y nos toca traducir ... el último cuplé a esos amigos de fuera que no entienden qué sucede (y, sobre todo, por qué) en un lugar que podría ser tan envidiado –por tantos motivos– pero que nos empeñamos en destrozar de puertas adentro.
Si no tuviéramos bastante con las escenas de decrepitud, suciedad y abandono que contempla cualquier turista que se aventura a visitarnos, o con la imagen bochornosa –de reenvío múltiple– de un alcalde indolente, con apariencia desaseada y verbo propio de una parodia chunga de Los Compadres, la escenita de esta pasada semana la han protagonizado un par de energúmenos que –frente a una pasiva Policía– increpaban a ciudadanos que ejercían su derecho a la Libertad Política y de Expresión.
Aquellos sujetos, con pinta de veinteañeros que parecían estar afectados por el fastidio de haber tenido que dejar una tarde de playita, litrona, cigarrito y pasodoble por mor de alguna directriz política (¿y la promesa de alguna medranza, quizás?), conminaban a señores de mediana edad a saltase el cordón policial y «pegarse» con ellos, gesticulando y realizando movimientos ‘tipo Bruce Lee’ que asemejaban el bailoteo de un pobre chimpancé amaestrado para danzar al son de un pito de caña.
Amparados bajo la masa y por las mercedes de un sistema que permite los comportamientos incívicos, abarata las penas por conductas antisociales y maniata a quienes podrían poner pronto orden con una sola mano (bien abierta, eso sí), se escondían bajo eslóganes «anticapitalistas», un bozal que no les impedía el ladrido y una gorra de los New York Yankees, equipo de béisbol de la ciudad más anticapitalista del planeta, como es bien sabido. Coherencia en estado puro.
En una ciudad que es ensalzada como ‘Cuna de la Libertad’, con unos Carnavales que no permiten ser acallados por golpes de Estado ni «guerras mundiales», donde no se osa coartar la libertad de expresión aunque se ejerza de forma grosera y desaforada y que es vendida como ejemplo de tolerancia al incauto que quiera tragarse las patochadas de cualquier profesor sin alumnos, supone una auténtica vergüenza que no puedan ejercerse derechos constitucionales sin ser agredidos, amenazados o insultados por una manada vomitante de odio que no alberga más principios que los que les dictan ni conocen más derecho que el del subsidio, a costa de los demás.
No se trata de criminalizar el derecho de réplica y contramanifestación ¡Faltaría más! Ni de defender a ninguna formación política sobre cualquier otra. Se trata de salvaguardar aquello que nos diferencia de quienes no merecen ser calificados de seres civilizados. Y en Cádiz, desgraciadamente, estos están ganando cada vez más terreno.
Mientras, “la oposición”, desde ayer, estará disfrutando del chiringuito.