Usted
El suceso más grave vivido en la ciudad desde que usted abandonó las tablas del Falla le cogió a usted arrebujado en un sofá. Y eran las siete de la tarde
Escribo esta columna desde Barcelona, en un domingo electoral que, seguro, tendrá una trascendencia política nacional verdaderamente significativa a partir de mañana. Si el conjunto de fuerzas políticas independentistas ‘antiPSOE’ no sale victorioso en el recuento, habrá que estar a lo que haga ... el PSOE y cómo se las ingeniará para mantener un gobierno sustentado por la casquería anticonstitucionalista que le desprecia. En la otra banda, el panorama tampoco se muestra muy tranquilizador para el PP de Casado si se cumplen los últimos pronósticos y VOX logra superarles en votos. Y Ciudadanos… Cuando usted esté leyendo esto en la mañana del lunes veremos hacia donde dirigen su veleta.
Como puede imaginarse, tengo material sobrante para pedir a mi Director que me conceda licencia para extender -de forma especial- esta columna de los lunes y llevarle algún relato interesante sobre lo que aquí ocurre. Quisiera trasladarle el punto de vista del ciudadano de a pie en una calle tan significativa –para un gaditano en un Lunes de Carnaval– como es la Calle Londres (aunque esta sea la de Barcelona, con más negritos y menos salero) y contrastarla al prisma desde el que se ven estas elecciones y su significancia desde el extremo sur de la nación.
Y ¡mire si tienen aquí, en el noreste, motivos para sentir vergüenza ajena! Por un lado, se presenta a presidir la Generalidad un condenado y preso por sedición. Por otro, una títere manejada por otro delincuente estrafalario y cobarde .
Por no hablar de la aparición estelar de un tipo que, estando al mando del ministerio más importante que pueda existir en un gobierno azotado por una pandemia, abandona esa responsabilidad en medio de la ola más agresiva y sonríe en los carteles como si no tuviera nada que ver en la gestión desastrosa y cómplice de 70.000 muertes .
Pero no hay forma. Usted lo acapara todo. Es incapaz de dejar transcurrir una semana sin dar alguna nota que exija tratamiento (y no solo informativo). Ya lo conocemos. Cuando no es una bandera, es una hechura, una corbata, un tweet, una votación amañada, una baja (o dos, o tres) o un cigarrito relajado .
Pero esta semana usted se ha superado a sí mismo. El suceso más grave vivido en la ciudad desde que usted abandonó las tablas del Falla –y que podría haber acabado en catástrofe si no hubiera sido por la actuación de los de verdad sirven– le cogió a usted arrebujado en un sofá. Y eran las siete de la tarde . Pero lo peor vino después. Cuando las llamas llevaban media hora devorando camas hospitalarias y redes sociales, usted tuiteaba sobre la actuación de una chirigota cuya actuación, presumo, estaba usted disfrutando junto a los suyos viendo la televisión municipal . Y pasó una hora más. Y se personó allí todo aquel que pudiera tener un mínimo sentido de la responsabilidad y la decencia, además de servidores públicos que se jugaron el tipo y muchos ciudadanos dispuestos a ayudar, como ya sucediera hace treinta años. Pero usted no lo hizo ¿Qué se estaba usted tomando, criatura, que no le hiciera posible dar la cara en un momento tan grave?
Y ahora lo ha querido disfrazar –usted, tan carnavalero– con el último esperpento fabricado por ese equipo de asesores inservibles para otra función que no sea taparle las vergüenzas . Y nos sale con la perspectiva de género, a ver si con eso nos centramos en el estribillo y nos olvidamos del pasodoble.
Pero no. Basta ya. Hay que decírselo muy claro: Usted es un inútil, un vago, un cuentista y un irresponsable. Usted es indigno de ostentar el cargo y lo que representa . Usted no vale ni para que le traten de usted. Usted da vergüenza. Y lo alucinante de todo es que no la sienta como propia.
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