Todo para el pueblo
El 'Defensor del Pueblo' se levanta al año unos ciento treinta mil euros, él solito
La semana pasada vaticinaba desde esta ventanita que pronto tendríamos una lista de amiguetes -de uno y otro bando- que no tendrían que volverse a preocupar por el precio del megavatio en los siguientes años. Y así ha sido. PSOE y PP han pactado la ... renovación de cargos e ingreso de nuevos miembros del Tribunal Constitucional, el Tribunal de Cuentas, la Agencia Española de Protección de Datos y el Defensor del Pueblo. Entidades todas ellas básicas y fundamentales para el desarrollo de la vida de cualquier ciudadano de a pie y coadyuvantes necesarias para solucionar los problemas del día a día, como puede colegirse.
Según la página web del Defensor del Pueblo, dicha figura es la encargada «de defender los derechos fundamentales y las libertades públicas de los ciudadanos mediante la supervisión de la actividad de las administraciones públicas españolas». Es decir, que viene a ser una suerte de abogado al que acudir cuando alguna administración nos atropelle, aunque su labor tenga menos efectividad práctica que la desarrollada por cualquier pequeño picapleitos de barrio a quien quiera usted encomendarle su problema. Y no crea que estoy resultando corporativista y tirando para mi casa, tenga paciencia y atienda a las diferencias.
El abogado está capacitado para entender su problema. Ha llevado años formándose para eso. Si usted lo contrata se comprometerá a prestarle un servicio. Cumplirá unos plazos y realizará una gestión y, puedo asegurárselo, tendrá el mismo interés que usted en ganar el caso. Dicho trabajo será atendido obligatoriamente por un juez y este dictará una resolución que, si no es considerada justa, podrá ser recurrida. Todo eso conlleva un precio, sí, pero siempre justo y limitado y solo le atañe a usted.
El 'Defensor del Pueblo' se levanta al año unos ciento treinta mil euros, él solito. El elegido recientemente es filósofo y su currículum se ciñe a haber sido seminarista, primero, y profesor universitario de metafísica, después. Fue elegido rector y en 2009 fue designado Ministro de Educación y, a partir de ahí, ha ejercido como parlamentario socialista en la Asamblea regional de Madrid. Dicen quienes le conocen que es un buen hombre, educado y muy amable. No puedo discutirlo, pero lo que tampoco admite réplica es que este señor no tiene la mínima idea de cuales pueden ser los problemas a los que se enfrenta un currante a lo largo de toda su vida o de la magnitud y el alcance de las tropelías que puede cometer un concejal chusquero. No conoce más mundo que el Hegeliano ni el que se desarrolla más allá de los despachos políticos o las llamadas telefónicas de algún familiar influyente y no es capaz de dimensionar la zozobra que recorre el cuerpo a cualquier víctima de un despropósito administrativo.
Y como el pobre buen hombre no tiene ni idea de cómo desempeñar la 'Defensa' del Pueblo -y a su edad resulta complicado que se aprenda un código normativo- pues se le asignan nada más y nada menos que cincuenta asesores, más secretaria y chófer. Todo ello a cargo del erario y sin tocarle su nómina, para que pueda pasearse con la dignidad que el cargo merece.
Y ahora, repitan la operación ocho veces. Las ocho que se reproduce el esquema nacional en otras tantas autonomías. Mientras ponemos lavadoras por la noche, faltan camas hospitalarias, apenas llegamos a fin de mes y nos hemos acostumbrado a comprar yogures a punto de caducar. Ese país se ha convertido en una gran mentira y no hacemos nada por esconderla. El largo alcance de la metafísica.
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