El telón
Lo que necesita Cádiz en el próximo mes de abril no es que se levante el telón. Al contrario: que se recuperen las buenas costumbres
El Ayuntamiento de Cádiz ha anunciado que el Tetro Pemán “subirá el telón” en el mes de abril de 2023. Es decir, que un mes antes de las elecciones municipales nuestro magnífico gestor local -o cualesquiera que sea el cascote que ocupe su ... lugar- venderá como un éxito terminar una obra que debió haberse concluido antes de 2012. Y, aunque siento cierto que el desastre administrativo fue heredado, también lo es que hasta la fecha de hoy han transcurrido siete años sin que los jaramagos conozcan el sonido de una azada que adecente la vergüenza de esa mancha en medio del Parque Genovés . Pura metáfora de esta ruina que sufrimos desde el día de San Antonio de 2015: abandono, indolencia, cochambre y alergia a la espiocha.
Evidentemente, el aprovechamiento de los recursos públicos, el anuncio o culminación de obras referentes y el mangoneo partidista no son producto exclusivo de esta selecta intelectualidad morada. Todos han practicado el faraonismo y han tratado de obtener beneficio político de unos supuestos “hitos” que no deberían haber sido sino capítulos ordinarios en la gerencia de cualquier ciudad. Sucede, no obstante, que existen tres grandes diferencias entre los anteriores administradores de nuestra casa y los actuales. A saber:
1 – La preparación . Tanto por su formación profesional previa a la política como en el desarrollo de responsabilidades públicas dentro de ella, Carlos Díaz y Teófila Martínez presentaban una tarjeta de visita que les capacitaba sobradamente para coordinar equipos que tuvieran como misión la correcta gestión de los recursos que Cádiz podía disponer. De todos es conocido, por ejemplo, el acogotamiento que sufrían los subordinados de Teófila , efectivo hasta el punto de hacer parecer útiles a los que no sabían diferenciar el blanco del negro.
2 – El objetivo . Evidentemente, todo aquel que toca moqueta y huele las mieles del oropel y la prebenda, sueña con perpetuarse en la pensión vitalicia (que se lo digan a los extintos diputados de Ciudadanos). Es humano y pocos estarían exentos de ese sentimiento. Es posible -y, quizá, probable- que los anteriores regidores ejercieran su mandato a modo de una ganancia de puntos que le auparan a estratos superiores en la maquinaria de esquilmar rentas de trabajadores. Pero, si así hubiera sido, resulta innegable que en su curriculum pudieron añadir mejoras evidentes en la ciudad que gobernaron. Con independencia del nivel de su éxito final, ninguno de ellos dejó a Cádiz peor de como la encontraron.
3- La vergüenza . Huelga explicar que este elemento es el que adolece de mayor grado de subjetividad en su valoración. Y si a ello le sumamos que es un valor que se aprende en casa, complicamos bastante el asunto. No pretendo hacer aquí ningún tipo de panegírico de los mentados ex – alcaldes (poco me habrían leído), pero es un hecho indiscutible que ambos experimentaron cierto grado de permeabilidad ante la crítica ciudadana. De hecho, fue unos de los rasgos característicos de su respectivamente longeva posesión del bastón de mando: la reacción. Y, si lo recuerdan, solo cuando ambos permanecieron impasibles ante la sonora demanda ciudadana perdieron la alcaldía. Sea por falta de medios o por el hechizo de falsos sicofantes.
En definitiva : lo que necesita Cádiz en el próximo mes de abril no es que se levante el telón. Al contrario: que se recuperen las buenas costumbres, se eche telonazo a esta pesadilla y elijamos a un alcalde preparado, dedicado y, si puede ser… que traiga la tarea hecha de casa.