Los preparaos

«No seré yo quien venga a defender a esa pandilla que con sus chanchullos, amontillados y camparis han contribuido como nadie al desafecto con que la clase media trabajadora»

Tiempos convulsos para la Monarquía. Ni el COU en el Lakefield College School, las licenciaturas de Derecho y Económicas de la Universidad Autónoma de Madrid, el máster en la Universidad de Georgetown, la formación en las tres academias militares o la exquisita educación recibida en ... casa por la mejor profesional de la cosa real que pudiera encontrarse nunca el amante de Corina han servido como preparación a la lidia que se le presenta a don Felipe. Se ha liado tal levantera que peligra la montera en la testa como no la agarre bien. Y parece que el diestro no está mostrando mucho interés en afear la estampa. Aunque en ello le vaya conservar el álbum.

Ahora bien, creo que el ciudadano medio tampoco debe preocuparse en exceso por la coyuntura. No podemos olvidar que nos co-gobierna la gente más preparada de este país. ¿Recuerdan? Este era el momento de sustituir a los inútiles enchufados y corruptos en pos de una generación de ‘gente’ (de verdad, no de cartón piedra) que había estado preparándose con esfuerzo durante años sin que pudieran llegar a los primeros niveles del organigrama porque su origen humilde y su falta de relaciones sociales de alto nivel se lo impedían, en contraste con la caterva de hijos de papá y sobrinos de Pascual que tenían asegurada la concejalía de urbanismo desde su Primera Comunión.

Desde luego, no seré yo quien venga a defender a esa pandilla que con sus chanchullos, amontillados y camparis han contribuido como nadie al desafecto con que la clase media trabajadora ha concluido dándole la espalda a quienes durante tanto tiempo se la ha estado dando a ella. Pero me da a mí que los nuevos preparaos no lo son tanto.

Y no, no voy a derrapar por cintas de supermercado o favores lujuriosos de alcoba. Quisiera referirme solamente a la supuesta capacitación de nuestros salvadores. No encuentro entre ellos a ingenieros de renombre, directivos empresariales de referencia o funcionarios de alta cualificación y oposición superada en año y medio. Antes bien, los preparaos que venían a salvarnos del desastre se han revelado como tropa paria, estudiantes eternos de segundo nivel y carrera de relleno, rencorosos sociales y envidiosos del éxito ajeno, vagos irredentos y enganchados patológicos a la estética (mejor dicho, a su antítesis, aunque estudiada), la jornada laboral estricta y la demagogia.

Y tienen terreno abonado para el enraizamiento. Mientras haya multitudes de jóvenes universitarios, preparaos, con sustrato intelectual capaz de enlazar la bandera arcoíris y la efigie de Ernesto Guevara; de clamar solidaridad universal a la par que mezclan fluidos e invaden espacio en tiempos de pandemia asesina; o ahoguen su enorme sacrificio semanal de 30 horas en tik-toks clonados de lenguas y perreo… mientras tengamos a éstos salvadores de pensiones, insisto, podemos estar confiados en que nuestro futuro está a salvo con independencia de que le cambien el color la barrita inferior de la bandera.

Y no vayan a equivocarse. El firmante no pertenece a ninguna suerte de élite social. Quien esto escribe se autodefine como picapleitos de segunda, nacido y criado en Lebón. Se muy bien quien me representa y quien no. Y tengo muy claro que un chufla nunca ha representado nada. Ni a nadie.

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