Non Plus Ultra
A mí me hubiera gustado que se ejecutara el plan «Cádiz 3»: la ampliación de la ciudad hasta el límite con San Fernando, la urbanización del istmo a uno y otro lado de la carretera

Hoy me ganaré aún más antipatías y rechazos. Y no solo por la calidad literaria de mis artículos. Me traicionaría a mí mismo si buscara el acomodo de su afinidad y aprecio (que, desde luego, valoro) pero los muchos que me conocen y los pocos ... que me soportan saben de mi insana costumbre de ir a contracorriente. Es una suerte de sino, ustedes sabrán disculparme. Ahí va la entrada perfecta para los odiadores: A mí me hubiera gustado que se hubiera ejecutado el plan «Cádiz 3».
Ya saben ustedes que me refiero al plan que se ideó en los años sesenta y que consistía, pronta y básicamente, en la proyección y ampliación de la ciudad de Cádiz a todo lo largo de su territorio, hasta el límite con el municipio hermano asentado en La Isla de León, lo que suponía urbanizar el istmo a uno y otro lado de la carretera, construyendo viviendas en la zona que da al saco de la Bahía y complejos turísticos de primer orden en la rivera atlántica. Eran otros tiempos, en los que un alcalde no podía permitirse desconocer el significado de «término municipal», so pena de salir a gorrazos de San Juan de Dios.
Sí, tienen razón quienes denunciaban que los planes iniciales eran una «salvajada» medioambiental y que posiblemente hubiera acabado con las playas de Santibáñez y Torregorda. Así lo expuso el Ministerio franquista de Medio Ambiente (¡qué cosas!) y por eso el plan, en su primer empeño, no salió adelante. Hubiera sido una auténtica pérdida para tantísimos gaditanos que han venido disfrutando de esos preciosos arenales en los últimos 50 años y, es seguro, continuaremos disfrutando los próximos 20.
Pero yo quiero venir a soñar con lo que pudo ser y no lo dejaron. Una ciudad de seiscientos mil habitantes (¿la segunda de Andalucía?) con un parque de viviendas suficiente para atender las necesidades de sus vecinos. De todos. Situada en un enclave idílico, con un clima envidiable y una playa de 20 kilómetros de longitud que hubiera atraído a millones de visitantes gracias a su explotación de calidad, lo que hubiera situado a Cádiz en los primeros puestos internacionales de atracción turística, con lo que ello conlleva en cuanto a empleo y desarrollo ciudadano. Pregúntenle a cualquier malagueño.
Una ciudad que hubiera sido corazón indiscutido de una universidad y de una auténtica área metropolitana, con la que hubiera sumado más de un millón de habitantes y se hubiera convertido en un foco de atracción industrial y empresarial similar a las grandes capitales del país. ¿O conocen ustedes alguna gran ciudad española que se encuentre económicamente deprimida?
Una ciudad que hubiera pesado considerablemente en Madrid y en Sevilla. Lo suficiente para evitar que se le ninguneara y soterrara (y no precisamente para bien), como ha venido sucediendo en los últimos años y seguirá sucediendo hasta que la luz llegue a la oposición.
Una ciudad, en definitiva, que hubiera ofrecido a sus vecinos una mayor perspectiva vital, unas posibilidades de desarrollo profesional y personal que les permitieran ver más allá de las hamacas. Más allá del Chato, donde hay vida. Y terreno.