La placa
«Este señor tiene superado el asunto de la apariencia, de ahí que le afecte tan poco autoproclamarse «héroe del día» con tanta asiduidad»
Se lamentaba el jueves pasado el concejal de Memoria Democrática que se le diera tanta importancia «a una placa» . Se mostraba frustrado y, como cualquier ciudadano sin capacidad de acción, expresaba el derideratum de que la Junta le diera el mismo nivel de ... importancia a «otros asuntos de máxima prioridad». Se trata del mismo personaje que ante la avalancha de críticas por mor de la implantación de zonas de aparcamiento de pago insultó a la inteligencia de la ciudadanía defendiendo que había existido consenso y contento vecinal y el que ofende a los comerciantes del centro llamándolos «clasistas» porque, según su atrofiado modo de entender la vida , al pedir que se actúe contra quien utiliza la ciudad como si de un campamento se tratara, en realidad se están oponiendo a que los espacios públicos puedan ser disfrutados por toda la ciudadanía. Y este era el «preparao» del equipo de gobierno .
Es cierto que la polémica en torno a la dichosa placa es absurda y extemporánea en una ciudad que, evidentemente, presenta problemas y carencias de importancia. Pero antes de leer un guión que cualquier Rasputín de tres al cuarto le ponga por delante, cualquier papagayo tendría el nivel de raciocinio mínimamente necesario para evitar parecer un pa-ná. Está claro, sin embargo, que este señor tiene superado el asunto de la apariencia, de ahí que le afecte tan poco autoproclamarse «héroe del día» con tanta asiduidad .
Hasta al fronterizo más obtuso le resulta evidente que ha sido el punta-jurado quien, mediante una actuación sectaria, arbitraria y paleta, ha puesto la plaquita en el centro del mentidero en una ciudad que lleva dos años sin oír un pasodoble. Gracias a esa falta y a esta farsa, gran parte de la ciudadanía no solo ha conocido al poeta, su obra y su casa, sino que independientemente de su ideología o de su gusto literario, se ha soliviantado al comprobar cómo se malgasta el tiempo y el dinero en carajotadas gaditanas en lugar de los asuntos verdaderamente «prioritarios» .
Y es que estos comunistas nuestros, tan dados a exhibir banderas, idear eslóganes y adoptar poses -y tan ignorantes de los principios básicos para generar empleo, bienestar y oportunidades-, han entregado la ciudad a la miseria . No han construido un solo bloque, no han sabido atraer inversiones que generen empleo y no han enderezado ninguna de los sonoros torcimientos de la anterior administración.
No saben cómo limpiarla, como mantenerla ni cómo administrar un presupuesto. Fieles a su credo y a su historia, se han hecho cargo de una ciudad tocada para terminar de hundirla . Y como presentan una evidente disfunción que les impide aceptar la crítica y atisbar la decencia, dan patadas a seguir en un campo de rugby donde no hay equipo enfrente por la sencilla razón de que ese deporte es un juego de caballeros donde no se admiten patanes.
Va siendo hora de ponerlos en su sitio. Democráticamente, por supuesto. Pero ninguno de estos merecerá ninguna placa. De ahí puede venir la inquina .