A partir de mañana
Para quien esto escribe ha sido un verano sencillo. He mostrado las maravillas de nuestra Provincia a la persona cuya sola respiración me hace soñar que existo
Hoy decimos adiós al verano más extraño de nuestra vida. Un verano que comenzó justo cuando oficialmente terminó el estado de alarma, noticia que se recibió con alivio y una prudente y contenida euforia. Sentimientos que han ido apagándose mientras la estación avanzaba y las ... noticias sobre la temida segunda ola iban goteando sin freno hasta el punto de hacernos temer, a finales de Julio, un nuevo confinamiento. Afortunadamente, lo hemos salvado; y, aunque el número de contagios se ha disparado, no sufrimos -al menos, por ahora- las graves consecuencias que llorábamos en la pasada y maldita primavera.
Para quien esto escribe ha sido un verano sencillo. He mostrado las maravillas de nuestra Provincia a la persona cuya sola respiración me hace soñar que existo; he ganado tiempo y risas con quienes solo puedo agradecer que toleren mis rarezas y me acojan como si careciera de ellas; he compartido con mi madre mi tiempo con sus nietos y me he reencontrado con el lugar en el que alguna vez me gustaría ser rememorado a los míos. Un verano de recogimiento y resurgimiento de proyectos de vida que se fueron diluyendo a medida que el paso de los años iba ensuciándome la conciencia. De estancias con aquellos a quienes de verdad importas y te reportan auténtico bienestar, ese que consiste hacerles saber -siempre- que son queridos.
En ese sosiego he encontrado tiempo para “teletrabajar”; para instruirme con Popper, volar con Proust y reírme con Vizcaíno Casas; para inocular el veneno del ajedrez a mi pequeño gran Escudero y para enfurruñarme durante las sobremesas, cuando las niñas de mis ojos cometían la osadía de ganarme al Continental aunque yo acabara de enseñarles a jugar.
Un tiempo en el que he encontrado inspiración para retomar el sueño de escribir unas memorias que no importarán a nadie pero me llenarán de ilusión. Un verano que, en definitiva, me ha servido para verdaderamente recargar energías y revestirme de buenos propósitos personales y profesionales, en el único empeño de tratar de mejorarme y ofrecer lo mejor de mi. Porque me harán falta para enfrentar lo que viene a partir de mañana.
A partir de mañana volveré a polemizar sobre cuestiones absurdas con quien siempre dirá blanco si yo defiendo negras. A partir de mañana volveré a cruzarme con morosos que exhiben sin vergüenza en redes sociales sus vidas de nuevo rico. A partir de mañana volveré a atragantarme con los embustes de un gobierno degenerado; los mangoneos de una oposición corrompida y las piedras de molino con las que -en forma de mascarilla de papel y jabón de bote a un euro- quieren hacernos tragar miedo, mientras nos entretienen con Franco, cambios de nombre de calles y estadios, niños en bicicleta y hordas terroristas disfrazadas de luchadores por la igualdad.
A partir de mañana volveré a caminar por una ciudad convertida en un estercolero por la negligencia de un tipo que en cualquier otro lugar estaría sumando honrados trienios como hamaquero.
A partir de mañana volveré a tratar de ganarme la vida para seguir pagando impuestos con los que pagar subvenciones a quienes jamás se esforzarán por tributar; sueldos y dietas de enchufados políticos; nóminas de asesores analfabetos y vacaciones pagadas a esos funcionarios que llevan cinco meses contando nubes sin merma en su cuenta corriente.
A partir de mañana … haríamos bien en sustituir el lamento en la cafetería y el arrebato en Twitter por una toma de postura activa. Poner fin al experimento y tratar de poner las cosas en su sitio. Porque, de lo contrario, nada volverá a estarlo.
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