OPINIÓN
El machista
Conozco a Carmen Sánchez. Poco, pero lo suficiente como para tenerla como persona acreditadamente inteligente
Conozco a Carmen Sánchez. Poco, pero lo suficiente como para tenerla como persona acreditadamente inteligente y, desde luego, bastante más capacitada –para desempeñar una función pública y representativa– que muchos con los que comparte divisa. Y alguno de ellos tiene mando en plaza.
Para empezar, ... se expresa con normalidad. No imposta la voz ni trata de emular a ningún vallisoletano en sus intervenciones públicas. Esto, que debiera quedarse en mera anécdota, asciende a categoría si se es portavoz de algo. Sobre todo, si ese ente es un grupo político que aspira a reconquistar la alcaldía de una ciudad comandada por un tipo que se presenta en público con un mote. En el ring gaditano, hoy, poco tiene que hacer el aspirante al título si se expresa como un Gonzalo de Berceo al que hay que escuchar cuatro veces como si de un difunto autor (carnavalesco, ¡faltaría más!) se tratara.
Pero no es esa la única ventaja que saca Carmen a su propia competencia. La atención que presta a sus interlocutores parece sincera; sus interpelaciones, acertadas y honestas. Y su sonrisa, cuando el motivo le asiste, franca. Su presencia se advierte sin necesidad de aspavientos, henchimientos patrios ni correcciones precipitadas de tweets tras una metedura de pata propia de quien depende de un community manager para hacerse notar.
Por eso me llamó tanto la atención que Carmen ondeara la bandera del ‘feminismo’ para reprochar al alcalde la chulería que se permitió ‘on line’ y que no sería capaz de reproducir en distancias cortas. Mucho sorprendería Teresa si me corrigiera.
Carmen: ¿de verdad crees que este tipo se cree ‘superior’ a ti por ser hombre? Porque esa es la esencia del llamado ‘machismo’ y la raíz de su crítica y su combate: la consideración de superioridad masculina por el mero hecho de nacer con pene. No lo creo. Tú, mejor que yo, sabes que a ese señor le faltan trienios de conocimiento y compostura para poder debatirte en pie de igualdad. Si al foro donde os enfrentárais se le aplicaran las reglas del ‘tabú’ –y se prohibieran las palabras ‘derecha’, ‘sueldo’, ‘profesor’ y ‘barrio’–, barrerías.
Entonces, ¿por qué sigues la consigna? ¿Por qué permites que un asunto que puedes –y sabes– resolver sola y sobrada se convierta en una absurda cruzada grupal que nada aporta a los ‘vuestros’ y menos aún afecta a los ‘otros’? De verdad: ¿no encontráis suficientes motivos para ejercer una oposición seria y dura? Los hechos son irrebatibles: la ciudad se ha convertido en una escombrera, la gestión de recursos públicos puede ser calificada de todo menos de diligente, la imagen proyectada al exterior se asemeja a la de un cuarteto de Almería… Hasta el último icono del chauvinismo gaditano, el jeque embarcado, ha decidido mudar su residencia para que le arreglen el barco.
Carmen, no necesitas esto. Y si las cabezas pensantes de tus colores ordenan batallar tras esa bandera, es hora de que cambies de equipo. Sin necesidad de cambiar de equipación.