José Colón

Instagram

Esta semana he tenido un par de pequeños incidentes con un representante político

Esta semana he tenido un par de pequeños incidentes con un representante político. Sucede que he hecho algún comentario –crítico, evidentemente– a dos de sus publicaciones en redes sociales y ha reaccionado de forma airada, llegando a preguntarme «qué me pasaba con él».

Le contesté ... que, personalmente, no tenía tacha alguna que hacerle, pero que su forma de hacer política me causaba cierta perplejidad, por lo contradictoria que resultaba con sus lemas y principios de actuación y, sobre todo, con su historia.

Y que, si utilizaba como altavoz de sus actuaciones un medio de comunicación que permitía la interlocución en tiempo real, pues era evidente que invitaba a valorarlas. Y también añadí que si pretendía recibir solo aplausos y parabienes, mientras recibía con acritud y espasmo las críticas, era claro que estaba equivocando su modus vivendi.

No nos une amistad en sentido estricto, pero sí cierta simpatía, camaradería, reconocimiento y, desde luego por mi parte, respeto. Y fue quizá por el cúmulo de esas circunstancias que el asunto se apaciguara en ese punto. Aunque la conversación fue epistolar, quería denotar yo cierto tono de excusa cuando intentó explicar que estaba siendo víctima de una suerte de cinturón ‘anti-infomativo’ que venía a tergiversar cuanto hacía y decía. Según me relató, los medios no resultaban veraces y el poder gubernativo le sorteaba poniéndolo en evidencia. Y ahí volvió a cobrar energía (componente éste del que va sobrado) para recuperar posición y contraatacar, pues me acusó de quedarme en la superficie de un simple titular sin haber hecho el esfuerzo de ilustrarme en profundidad. Me tachó de desinformado.

En ese momento mi sorpresa inicial estuvo a punto de colapsar en auténtico shock. Ahí reconocí a un auténtico animal político , capaz de sacudir su temporal falta de notoriedad utilizando un titular huero y culpándote a ti, crítico insolente, de no haberte informado mejor antes de cuestionar la simpleza de su argumento. Y eso me hizo reflexionar sobre las razones del desgaste ciudadano, del distanciamiento entre el contribuyente y el político y el desprestigio último de éstos.

El ciudadano, para el político profesional, solo existe cuando se encamina a la urna . Es un tiempo encantador, en el que se nos corteja y nos catapultan a la relevancia, haciéndonos creer importantes y necesarios. Solo en ese periodo se atiende nuestra queja con cara circunspecta, recibimos la invitación a mantener una charla sobre el punto que nos preocupa y todo -y siempre- termina en ‘sí’.

Nos ilusionan con proyectos , maquetas, reuniones mágicas con super empresas internacionales dispuestísimas a instalarse de su mano y acabar con el paro endémico. Nos llevan a convenciones en fábricas abandonadas y nos engatusan con canapés baratos y sonrisas que no disimulan el brillo del colmillo. Pero cuando pasa el trance, el idilio desaparece. Y a partir de ese momento, si cuestionas la solidez de una propuesta presentada de manera endeble – y si aún dejas entrever al cuestionado que está entrando en terreno que desconoce- te conviertes en el enemigo. Y, peor aún, recibes la tacha de desinformado, tóxico o derrotista.

Y lo único que has hecho es cometer la osadía de decir que el filtro de la foto no es el adecuado.

Artículo solo para registrados

Lee gratis el contenido completo

Regístrate

Ver comentarios