Hijos de mala madre
Del caso de la chiquilla violada en Igualada solo obtienes información si consultas cierta prensa on-line o se publica algún tweet al respecto
Si los malnacidos fueran de Utrera (por poner un ejemplo), militares profesionales y se apellidaran López, Gómez o Rodríguez, ya hubieran sido destripados. Conoceríamos sus vidas al detalle, se habría señalado -y marcado- a sus familiares y a sus amistades y, por supuesto, se les ... hubiera condenado sin juicio. Cada día, las primeras páginas de los periódicos desvelarían un dato nuevo del caso. Y la evolución de la víctima abriría los informativos de todas las cadenas de televisión.
Pero del caso de la chiquilla violada en Igualada solo obtienes información si consultas cierta prensa on-line o se publica algún tweet al respecto. Al parecer, lleva varias intervenciones quirúrgicas y, según se ha podido leer, ha quedado sorda de un oído y tendrá que llevar una bolsa fecal el resto de sus días. Tiene dieciséis años y su vida ha quedado rota para siempre. Y no quiero ni imaginarme el tamaño de la herida en el corazón y el alma de sus padres.
Pero los animales, en manada sarnosa, que han cometido esa salvajada no tienen rostro. A pesar de estar “perfectamente” identificados, no hay una sola imagen. No conocemos sus nombres ni el lugar donde se ubica la asquerosa madriguera de la que salieron. Silencio sepulcral. No interesa que la opinión pública conozca la verdad, no vaya a ser que la ciudadanía se levante de una vez clamando Justicia contra los miserables que permiten que esas alimañas entren en nuestra casa a destrozarla y se les acabe la feria.
Otro tanto ocurre si “el malnacido” no es varón. Me explico: La semana pasada la prensa titulaba una macabra noticia de este modo: “Una mujer y sus dos hijos mueren en el incendio de una vivienda en Almería” (noticia de El País, el pasado 17 de noviembre). Así describían el presunto asesinato de dos criaturas, niña y niño, de tres y ocho añitos, perpetrado a conciencia: puerta de la casa bloqueada desde dentro con una cama y fuego intencionado.
El padre de las criaturas se salvó de la quema mediática, policial, política y judicial porque estaba en Alemania. Si llega a estar en la provincia, no se hubiera tenido ni siquiera la prudencia de añadir “presunto” al asesinato. Y ya le tocaría al buen hombre arrear luego con la tacha y la duda.
Se ha llegado incluso a tratar de cubrir a la presunta asesina aduciendo no se qué historias sobre dolencias psicológicas e historial depresivo, dando con ello una explicación “humana” a la salvajada. Líneas, energías y salario que en absoluto se consideran oportunas gastar cuando el animal es varón. A estos, a nosotros, se nos considera capaces de cometer locuras sin estar loco; de hacer el mal sin motivo alguno. No somos seres de luz, como la pobre madre depresiva.
En ninguno de los casos se ha convocado manifestación feminista (en ambos, hay una víctima niña). No interesa a las violetas que se sepa que una panda de indeseables foráneos o una madre esquizofrénica sean, también unos hijos de mala madre.