Criminales

... ¿Adopción inmediata de medidas excepcionales? Pero … ¿desde cuándo sabían estos gerentes todo esto?

Quiero entender que la primera preocupación de las autoridades, a la hora de concretar las medidas a aplicar durante el estado de alarma y decretar nuestro confinamiento domiciliario, era preservar nuestra salud y el buen funcionamiento de nuestro sistema sanitario .

A pesar de ... aceptar las directrices, no dejó de sorprender que las prohibiciones fueran dictadas de forma tan radical. Sobre todo teniendo en cuenta que, hasta un día antes, la laxitud del gobierno fue total y solo algunas comunidades autónomas (especialmente, Madrid) daban voces de real alarma, ante la sonrisa altiva del epidemiólogo mayor del Reino. Y ¡claro que se entendía que se cerraran colegios, eventos deportivos públicos, salas de espectáculos, bares y restaurantes e incluso se restringiera el transporte público!; lo que no se comprendía era que no se hubiera decretado antes. Pero, a pesar de esa postura mayoritariamente acorde, no fuimos pocos quienes cuestionábamos el sentido de prohibir salir a correr o hacer deporte individual , continuar realizando los trámites pertinentes en la Administración (con las debidas medidas de precaución como -por ejemplo- se hace hoy en cualquier farmacia) o acudir a la biblioteca, entre otras actividades que, leíamos, sí eran permitidas en los países de nuestro entorno.

Pronto se nos explicó que se trataba de evitar el colapso hospitalario. El virus se propagaba muy rápido y el contagio era prácticamente inmediato ; y cualquier acción que implicara, además, el mínimo riesgo y necesitara asistencia médica -aunque fuera ambulatoria- entorpecería la necesaria atención a los infectados, que se anunciaba “masiva”.

Vale. La aceptamos y fuimos disciplinados. Pero comenzaron las sospechas, a la par que cundió el pánico en farmacias y supermercados. ¿Rapidez de contagio? ¿Riesgo de colapso sanitario? ¿Adopción inmediata de medidas excepcionales? Pero … ¿desde cuándo sabían estos gerentes todo esto? Porque solo a un esbirro cenador de sobras se le puede conformar con una respuesta estúpida. Es evidente que el gobierno conocía el riesgo que corríamos, todos, desde mucho tiempo antes del 13-M. Lo contrario sería calificar de imbéciles a nuestros administradores. Y es patente que no lo son.

13-M. ¿Les suena esa fecha? Se hizo famosa en el 2004. El difunto Rubalcaba clamaba aquello de “los españoles no merecemos un gobierno que nos mienta”, a la par que desde alguna centralita se remitía el famoso “pásalo”, de móvil a móvil, alentando concentraciones ante las sedes del PP culpando a éstos de la masacre. Fueron multitudinarias. Lo de menos era que hubiera elecciones al día siguiente. Lo vomitivo es que aún estaban calientes los cuerpos de los fallecidos, había centenares que se debatían entre la vida y la muerte y la nación estaba aterrada ante la posibilidad de que los asesinos volvieran a golpear de nuevo. Y unos dirigentes políticos jalearon a las masas para obtener un rédito electoral. Algunos de ellos, hoy, nos exhortan a quedarnos en casa. Será porque “nos va la vida en ello”. ¿Verdad?

No obstante, convengamos en que esta circunstancia excepcional conlleva también datos muy positivos: ha descendido la criminalidad en más de un 50%, según clamaba el Presidente, ufano, la semana anterior. Y se nota. Las calles están limpias de maleantes y eso ayuda a mantener un cierto sosiego, muy necesario. Pero pido desde aquí a nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que permanezcan vigilantes. E s muy probable que -aunque no se vean- haya criminales que se aprovechen de ésta maldita pandemia para hacer de las suyas en el interior de sus casas, de sus mansiones e incluso de sus palacios. Las cosas del guante blanco dan para mucho mármol. Confiemos en que pronto los trinquen. A todos.

También nos va la vida en ello.

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