Opinión
El clima
Los guardianes patrios de la moral climática han dictaminado que somos nosotros, pobres coleccionistas de cubos de colores para basuras diversas, quienes vamos a salvar el planeta pagando cinco céntimos por cada bolsa que osemos usa
La izquierda está extremadamente preocupada por eso que han venido a etiquetar como “Emergencia Climática”, así que se ha propuesto programarnos la vida -objetivo último de cualquier “antifascista” que se precie- y guiarnos por la senda verde para nuestro planetario bien .
Recuerdo un ... ingenioso y antiguo tweet que resumía magistralmente la deriva ideológica de la siniestra corriente: «De la dictadura del proletariado a la defensa del carril bici» . Y lo cierto es que lo clavó. Constatada universalmente su incapacidad para defender los derechos de los trabajadores (allí donde gobernaba, arruinaba, por mucho que dictara) y habiéndoseles destapado las vergüenzas del embuste y la demagogia a lo largo y ancho del Globo, estos poseedores de la Verdad Universal se embarcaron en un nuevo fraude.
No importa que el mayor criminal ecológico del mundo sea China (país comunista). O que sólo diez ríos aportan el 95 % de las 2,75 millones de toneladas de residuos plásticos que fluyen hacia el mar cada año y estos crucen Asia (cinco en China, dos en India y uno en Vietnam, otro país comunista) y África (el Nilo y el Níger). Por cierto: este último desemboca en Nigeria. Y allí gobierna un partido político denominado “Congreso de Todos los Progresistas” (APC: All Progressives Congress). Pura poesía.
Nada de eso es relevante, porque los guardianes patrios de la moral climática han dictaminado que somos nosotros, pobres coleccionistas de cubos de colores para basuras diversas, quienes vamos a salvar el planeta pagando cinco céntimos por cada bolsa que osemos usar.
Se nos quita el diésel y, pronto, será el repostaje de gasolina la nueva criminalidad. Poco importa que usted tenga que desplazarse decenas de kilómetros para acudir a su puesto de trabajo porque no tenga posibilidad de vivir cerquita (no se construye vivienda pública y, para la privada, no hay terreno apto por mor de la hiper-regulación urbanística) y que no haya ningún servicio público de transporte eficaz o, de haberlo, tenga un precio desorbitado. Cómprese usted un coche eléctrico, aunque haya una sociedad científica nacida en el MIT (Instituto de Tecnología de Massachussets), que estudia el cambio climático, que ha advertido que la producción de un vehículo eléctrico emite alrededor de 6 toneladas de gases de efecto invernadero más que la de un vehículo convencional de gasolina .
Todo esto me recuerda a una corta etapa de mi vida, que culminó con mi renuncia a un desempeño que muchos, por estas latitudes, calificarían como 'bicoca'. Vi demasiado dinero público perderse por sumideros diversos, en pos de la “ecosostenibilidad”. Con un diez por ciento de esa pasta se podrían haber arreglado muchas carencias. Pero a nadie interesó mi renuencia. Ni siquiera a quienes llegaron después, aunque ese es otro tema.
Volviendo a lo que nos ocupa, leo perplejo que nuestro Gran Timonel nos ha planteado un futuro en el que se suprime la carne y los vuelos cortos y se nos cargarán más impuestos. Él, que se gastó más de seis mil euros de nuestro dinero en jamones 5J para La Moncloa en plena pandemia, que lleva a su proletaria esposa a conciertos y bodas familiares en un helicóptero del Ejército del Aire y que se rodea de mil doscientos asesores elegidos a dedo y pagados a costa de un erario que no hacen más que esquilmar.
Desconozco si el planeta terminará ardiendo o no. Pero de lo que no me cabe duda alguna es de que estos iluminados están encendiendo demasiadas hogueras . Y no estarán aquí para apagarlas. Ya han comprado los billetes a Plus Ultra.