La cinta
Decía Göbbels que «una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad»
Diez cuotas mensuales de un autónomo, partiéndose el alma de sol a sol, sin derecho a vacaciones ni a conciliación familiar y ni aún a ponerse enfermo y recibiendo palos continuos de un gobierno -del color que sea- que lo considera un defraudador ... en potencia.
Cinco meses de cuota de alquiler o de hipoteca de un piso modesto y antiguo situado en un barrio de cualquier periferia, donde un padre intenta reconstruir un hogar mientras apiña a su familia numerosa en dos habitaciones y los pasillos están decorados con láminas donde se leen las reglas de la casa y los turnos de ducha en el único cuarto de baño.
Dos años de calefacción en una casa donde los inviernos transcurren entre mantas, bronquitis y broncas por dejarse alguna luz encendida.
La cesta de la compra de todo un año para el pensionista que hace ya tiempo que se acostumbró a hacer dos comidas al día, frugales, para poder dejarle a su nieto el sobrecito de los fines de semana.
El coste de cualquiera de esas necesidades es lo que ha tomado el gobierno del erario público para comprarle una cinta de correr al Ministro del Interior , para que el muchacho se relaje y conserve la figura. Y el peinado, no vaya a ser que el viento del parque se lo estropee.
Y lo peor no es la desfachatez del fulano que permanece silente, con la carita alta mientras le graban entrenando . Ni los torcimientos explicativos de los esbirros que viven de tapar las vergüenzas del amo. No. Lo peor es el silencio -que no puede ser otra cosa que cómplice- de aquellos que salen a la calle dispuestos a quemar trajes y colgar perchas cada vez que se destapa un escándalo que salpique a «los otros» . Esos que justifican su apoyo a quienes hoy gobiernan porque defienden que jamás podrán votar a unos corruptos genéticos. Esos que, cuando sucede algo así entre «sus filas», son fáciles de identificar porque tienen la lengua negra, a causa de horadar alguna cloaca.
Claro que, en este punto, sería injusto dejar de advertir el contraste entre la cinta atlética y los trajes del otro señorito refinado. Por el precio de la maquinita, el valenciano se hace tres trajes. Con esto, Marlaska ya tendría carretera para correr delante de los inquisidores si estos tuvieran la decencia de utilizar la misma vara de medir en todo tiempo y condición. Se le quedaría un tipín maravilloso para exhibirlo en sus conocidas salidas por Chueca.
Decía Göbbels que «una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad». A los españoles se nos ha tratado de meter en vena el eslógan de los 'Cien Años de Honradez' con el objetivo de creerlo sin cuestionamiento , aunque los episodios -grandes y pequeños- protagonizados por esa tropa publicista evidencien el gran embuste.
Y los ciudadanos que osen desvelarlo serán tachados, perseguidos y ridiculizados. La última moda es la de ponerles la etiqueta de 'utraderecha', aunque se trate de gente trabajadora, respetuosa y solidaria . Con eso hay que lidiar.
Pero con lo que tienen que lidiar ellos es que esa gente tachada es -y de verdad- honrada . Y a ellos no les votarán, por mil veces que repitan su mentira.