Cádiz y sus prioridades
«Lo que muchos de sus votantes no sabían era que el compromiso sería a media jornada»
Para otra cosa no servirá, pero el tipo es un fenómeno inspirando columnas de opinión y titulares de prensa. Uno lleva su libretita en el bolsillo, donde va apuntando durante toda la semana aquellas ideas que van surgiendo en el devenir diario y el caballero, ... con su nueva ocurrencia, da al traste con el asunto, convirtiendo lo anotado en material de desecho.
Si lo piensan un momento, es una sencilla forma de permanecer en el candelero sin necesidad de doblarla. Se van encadenando comentarios sobre sus carencias con sus ocurrencias tuiteras; los cambios en el nomenclátor con menciones al empoderamiento feminista universal; y sus destempladas respuestas a las críticas con la remembranza al olor a hierro… y el personaje hace ver que está, sin estar. Un genio. Y un profeta triunfador, en esta bendita tierra donde se hacen chistes con el uso de la espiocha.
Esta semana nos ha regalado la noticia de su nueva baja y su correspondiente ausencia hasta diciembre o enero (aún no lo tengo claro). La cuestión es, ya, tan surrealista que no infunde risa, sino auténtica lástima. Resulta más que evidente que el hombre no da para más y que falta muchísima materia para tanto cargo.
Cargo que conlleva una carga, ciertamente pesada. Para ello se presentó y resultó elegido. Y conviene recordar que, en su discurso de aquella primera investidura, se comprometió «Con Cádiz y sus prioridades». Lo que muchos de sus votantes no sabían era que el compromiso sería a media jornad a; y que las «prioridades» de la ciudad quedarían en un segundo -o quinto- plano si su atención implicaba renunciar a «sus derechos».
Otros muchos sí lo sabían. En esta isla es difícil quedar fuera de la teoría de los seis grados y no es creíble que el individuo pudiera engañar a todos sobre su aptitud, su capacidad y su preparación. El apoyo incondicional e irracional de aquellos hacia un individuo tan nocivo para sus propios intereses (en tanto que vecinos de una ciudad que se hunde por su negligente gestión) solo se entiende desde la óptica del odio y el resentimiento. Basta con recordar la repugnante despedida «popular» a Teófila aquel 13 de junio de 2015 o las lamentables muestras de intolerancia con las que su guardia de corps inunda las redes sociales ante cualquier osada crítica al muchacho.
Entre las veces que se ha dado de baja, los momentos de vergüenza ajena que ha protagonizado como figura política, los desmelenes de portería de sus defensoras y el estado impresentable en que se encuentra la ciudad, solo podemos recordar los excelsos repertorios que se dedicaron a Carlos Díaz y a Teófila Martínez en el Falla. Pero este va con la camisa por fuera y parece tener patente de corso en una ciudad que, en otro tiempo, fue tan sanamente crítica con el poder. Sobre todo, cuando se ejercitaba de forma impresentable.
No quisiera despedirme sin extraer algo positivo de la baja del alcalde. Como se va a dedicar a cuestiones domésticas hasta cuando le den el visto bueno, confiemos en que a su regreso lleve al despacho una lección bien aprendida: que la Casa no se puede quedar sin barrer.
Eso… si no sufre una nueva contractura.
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