El premio de las hijas de María

Días antes de la Explosión de Cádiz, las Parcas, las que rigen los designios de la vida humana, llamaron a numerosas puertas

Casa de la familia Palacios.

José Antonio Aparicio Florido | Miembro de la Sociedad Española de Estudios Clásicos y Presidente del Instituto Español para la Reducción de los Desastres

Días antes de la Explosión de Cádiz, las Parcas, las que rigen los designios de la vida humana, llamaron a numerosas puertas. En el número seis de la calle Francisca Moreno de Madrid, perpendicular a la calle de Alcalá y muy cerca del parque del ... Retiro, vivían las hermanas Julia y Elvira Sáez Cabañas. La casa tenía una fachada señorial de esas de primeros de siglo del Madrid ecléctico, con colosales ménsulas que soportaban el voladizo del balcón central desde la primera planta hasta la torre. El piso de abajo lo ocupaba la familia de María Luisa Pérez Capella y en buena vecindad se cruzaban todos los días en el trasiego del subir y bajar escaleras. Además, María Luisa y Elvira eran funcionarias del Instituto Nacional de Previsión y congregantes de las Hijas de María, una comunidad mariana en tiempos de transformación y renovación que atraía a mucha gente joven y que tejía lazos de amistad entre muchos hogares de toda España. En contraprestación a tanto esfuerzo apostólico y misionero a veces llegaban también las recompensas, y Elvira y María Luisa habían sido galardonadas con un premio vacacional en un lugar casi paradisíaco junto a la costa, a más de seiscientos kilómetros de distancia de la capital.

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