Julio Malo de Molina
Jornada para reflexionar
Nos jugamos mucho porque en este país hay bastantes cosas que cambiar
Con la noticia de la salida británica de una Comunidad Europea sin contenidos de unidad cultural, social y política como algunos deseaban, y que no ha conseguido superar la Europa de los Bancos y de los Mercados, nuestro país afronta la segunda parte de una consulta electoral que va a cambiar sustancialmente el sistema establecido al final de la dictadura del general Franco. Los resultados de diciembre ya revelaron la caducidad del modelo bipartidista y por tanto la conveniencia de pactar para gobernar un Estado plural que no se encontraba bien representado a través de las dos formaciones consolidadas en el poder a través del proceso conocido como transición democrática. Dos partidos muy desgastados tanto por su incapacidad para renovarse, como por unos programas y actos inadecuados para afrontar los cambios económicos que han afectado a nuestra convivencia; todo ello unido al descontento generalizado en la población por la notable pérdida de calidad de vida y el recorte de los servicios públicos. No se alcanzó un acuerdo difícil y por eso se convoca de nuevo a la ciudadanía, lo cual debe entenderse, contra los que algunos sostienen, como un saludable ejercicio de participación democrática, pues las elecciones representan un rito que hará más alegre este domingo de comienzos de verano.
No debemos olvidar que se trata de unas elecciones legislativas y por tanto no se puede decir que gana la lista más votada, las ganará aquel partido o coalición que consiga el apoyo de una mayoría suficiente entre los diputados electos para así poder formar un gobierno estable. Todo lo demás son cantos de sirena, a los verdaderos ganadores se les conocerá después del proceso que desarrolle el nuevo Parlamento para formar gobierno. Y esto puede volver a resultar difícil, lo cual no debe alarmar a nadie. Hace bien poco, en un Estado también plural como Bélgica tardaron dos años en conseguir constituir gobierno. Y en Italia durante las décadas de los setenta y ochenta los gobiernos apenas duraban meses, pues a la mayoría que entonces alcanzaba un Partido Comunista muy sólido se enfrentaba una coalición muy amplia llamada ‘pentapartito’ que mantenía un equilibrio interno muy inestable, y sin embargo fue la etapa de mayor prosperidad para el país.
Se ha dicho que el Parlamento que mañana se va a configurar mediante nuestros votos puede ser muy semejante al anterior con leves cambios, pero hoy no deben hacerse predicciones, y sólo cabe esperar el solemne veredicto de las urnas. En Cádiz podremos disfrutar de un estupendo día de playa y los aficionados al fútbol con el posible ascenso del equipo local; también de un agradable paseo para visitar el colegio electoral, creo que la patria se merece ese ratito. Nos jugamos mucho porque en este país hay bastantes cosas que cambiar para que la gente viva feliz. Pero tengamos paciencia si de nuevo las negociaciones se prologan. De últimas, una situación de «gobierno en funciones» tampoco resulta dañina y hasta tiene sus ventajas, como la inexistencia de corruptelas pues nadie va a comprar la voluntad de un cargo que puede removerse en breve tiempo. Y mis amigos abogados agradecen liberarse de pertinaz aparición de decretos que les obligaba a leer los Boletines oficiales cada día. Por encima de los gobiernos está la sociedad. Cuando pasó por su experiencia como senador Camilo José Cela confesó haber descubierto con satisfacción que la inteligencia media de los ciudadanos es muy superior a la de los políticos.