Javier Fornell
A vueltas con el 8M
Desgraciadamente, la responsabilidad social y civil de los españoles queda en entredicho por la cabezonería de unos pocos
![Javier Fornell: A vueltas con el 8M](https://s3.abcstatics.com/media/opinion/2021/03/04/v/8m-kUyF--1248x698@abc.jpg)
Hace un año ya tuvimos 8M, como todos los años desde hace un tiempo. Un día de marcado carácter político y que ha perdido parte de su razón de ser. Y no porque se haya conseguido una equidad real entre hombres y mujeres, sino porque ... la izquierda lo ha convertido en bandera ideológica hasta parecer que cualquier mujer que no vista el morado no tiene derecho a unirse a ellas ni a levantar la voz.
Tan absurda se ha convertido la situación que muchos movimientos feministas han terminado rompiendo con el movimiento feminista; más aún, con la famosa ley Trans a punto de ver la luz hay mujeres diciendo que considerar mujeres a las mujeres trans es menospreciar a la mujer. O, lo que viene siendo lo mismo, continuar dividiendo con etiquetas y marcas que nos marcan a todos para que, en el reconocimiento de nuestra individualidad, terminemos encerrados en grupos cerrados.
Pero volvamos al 8M. Después de lo vivido el año pasado, este año desde ciertos se pide volver a la calle mientras se prohíben las fiestas, las procesiones de Semana Santa, las fallas o reunirse 6 personas en la mesa de un bar. Pero ya se sabe que la izquierda alienta el control de la calle. Lo hizo Echenique con Barcelona y lo hizo Irene Montero hasta que la Ministra de Sanidad le llamó a la responsabilidad.
Aun así, el 8M, veremos acciones en la calle. Y pueden llegar a ser multitudinarias en ciudades como Madrid dónde las lideres del movimiento han argumentado que «salir a la calle el 8M no es negacionista». Y no, no lo es. Pero salir a una manifestación el 8M es cometer una estupidez del nivel del espectáculo negacionista de Victoria Abril o Miguel Bosé.
Incluso puede que mayor. Ya que mientras la galardonada actriz no ha puesto en peligro su salud física, ir a un acto de este tipo, que además suele tener tintes festivos, se convierte en un riesgo real. Se vivió el año pasado y por eso se pararon tantas y tantas actividades posteriores; y puede convertirse en un nuevo repunte cuando la tercera ola parece remitir.
Desgraciadamente, la responsabilidad social y civil de los españoles queda en entredicho por la cabezonería de unos pocos. De líderes con información, pero motivados por una ideología convertida en fanatismo; o por fanáticos convencidos de conspiración. No importa, la realidad es que por unos y otros pagamos los que nos hemos esforzado por salir de esta a pulmón: los autónomos que hemos arriesgado nuestros capitales; los trabajadores esenciales que han arriesgado sus vidas; los trabajadores en ERTE que ven el paro en un horizonte cercano; los mayores que han caído en las residencias y los familiares de los casi 80.000 muertos que pueblan nuestras estadísticas.
Pero nada de eso importa a ciertos líderes, de todo tinte político, que anteponen su minuto de gloria a enviar a la gloria eterna a tantas personas. Y tanto da si se levanta el brazo o el puño. En estos momentos, el discurso se diluye para unificar en un solo sentido: la irresponsabilidad. Y quizá llegue un momento en que como sociedad tengamos que pedirles responsabilidad en los tribunales.