Javier Fornell
Vida y muerte
Recuerden que aquello que no tiene valor alguno, no merece ser defendido
El ser humano tiene una especial capacidad para adaptarse al medio. De esa forma, la Humanidad ha sido capaz de alcanzar cotas inimaginables como la llegada a la Luna o la conquista de los polos. La ciencia y la tecnología han sido los grandes impulsores ... de esa adaptación, acompañada de una cultura, en nuestro caso de base cristiana, que buscaba la mejora del ser, individual y social. Pero, en este siglo XXI vemos lo peor de esa capacidad.
Desgraciadamente, lo que vivimos ahora no es nuevo. Ya lo vivieron nuestros bisabuelos a inicios del siglo XX, y los suyos un siglo antes y, así, por los siglos de los siglos. Las pandemias y la muerte han ido de la mano de una sociedad que ha corrido, en ocasiones, más de lo que debiera.
Con un ciclo interminable de muerte, crisis, destrucción social, guerra, recuperación, crecimiento, sostenimiento social, y vuelta a empezar. Y así, desde que Sharkalisharri destruyese el imperio de su padre Sargón de Acad en el 2900 a.C.
Pero ahora vemos algo que duele aún más. En todos esos siglos se temió y respetó la muerte, quizás por los valores religiosos. Sin embargo, en el siglo XXI, cuando deberíamos estar más preparados y concienciados con la vida del otro, la vida ha dejado de tener sentido. Cada mañana nos levantamos con las cifras de muertes del día anterior y así desde hace un año. Cifras que superan con creces el centenar de fallecidos diarios; que sitúan el número de muertos, solo en España, en los 80.000.
Cifras y números que despersonalizan el drama; que convierte a los fenecidos en simples estadísticas sin nombre ni historia. Como si no importase quién fue o qué hizo en vida. Sin importar cuantas lágrimas habrá derramado por ellos.
Nos hemos deshumanizado hasta tal punto que no queremos ver la situación que vivimos; que olvidamos que detrás de cada número hay una persona y detrás de cada persona una familia.
Hemos banalizado tanto la vida que ahora, que se pierden a borbotones como la sangre de una herida abierta, preferimos reducirlos a estadísticas para seguir pensando que vamos a salvar la economía ¡Como si la economía no estuviese muerta ya!
Forma parte del ciclo histórico y después de la grave depresión socioeconómica que nos va a tocar vivir, volverán las risas y los locos años veinte, pero primero quedan años de dolor y sufrimiento.
Si se pierde el norte sobre la mayor riqueza que puede tener cualquier ser humano (vivir) entonces se puede dar el salto a que la guerra, la violencia y la muerte ocupe el lugar de la vida. Así que nos toca minimizar el riesgo más peligroso de cuantos tenemos: el que hace que la vida humana deje de tener valor. Ya que la descreencia, la pérdida de valores, la falta de cultura y la ignorancia generalizada se están convirtiendo en el mejor aliado de la pandemia. En la mano oculta que mece la túnica de la muerte en su caminar por nuestras calles. Recuerden que aquello que no tiene valor alguno, no merece ser defendido: si la vida no se valora, para qué defender la del otro a riesgo de perder nuestro bienestar.