Javier Fornell

Turismo de calidad

La llegada del primer crucero esta semana ha mostrado algunas de las incomodidades y problemas que tendremos cuando los barcos se agolpen en nuestro puerto

Javier Fornell

Pasear por Cádiz es algo que deberíamos hacer cada poco tiempo los gaditanos. Así seríamos capaces de descubrir los encantos de una ciudad que enamora a los que nos visitan y que son capaces de apreciar matices diferentes a quienes habitamos en ella. Para mí, ... que soy guía turístico, realizar rutas con nuestros visitantes se convierte en una suerte irrepetible que hace que cada hora en la calle sea excepcional.

Tengo la suerte, además, de poder variar mis rutas, alejándome de los circuitos turísticos paseando tranquilamente por esos rincones que me gustan; por calles tan largas y serpenteantes que hacen que la mirada se pierda entre nuestros balcones de pasado cántabro y se escondan entre persianas genovesas mientras la música que llega a nuestros oídos es la del gaditano, amable, dicharachero y espontáneo.

En estos días que el turismo vuelve a rondar nuestras calles, esa espontaneidad se traduce en bienvenidas al que recorre las calles mirando para arriba y escuchando las explicaciones de quienes nos dedicamos a ellos. Pero se tornan en malas miradas cuando la masificación alcanza ciertas zonas. Aunque esas miradas también los ponemos quienes amamos nuestro trabajo y lo valoramos en su justa medida.

Desgraciadamente, la llegada del primer crucero esta semana ha mostrado algunas de las incomodidades y problemas que tendremos cuando los barcos se agolpen en nuestro puerto. Por un lado las aglomeraciones en zonas claves, como el barrio del Pópulo, pero también los pelotones ciclistas en zonas peatonales. Como tengo la suerte de conocer a nuestra Delegada de Turismo, estoy seguro que ya anda trabajando en resolver estos problemas pero hay otros que dependen de cada uno de nosotros.

La mayoría de las aglomeraciones se dan debido a los mal llamados freetour, ese sistema por el que una persona realiza una ruta (en ocasiones sin formación alguna) y sin respetar la normativa actual: grupos enormes, que superan con creces los 25 permitidos por guía; sin seguro; sin facturar;… fomentando lo peor del trabajo precario que es el cobro por propinas y denigrando a quienes se han preparado y organizado para trabajar en esto, de forma sostenible y apoyando a los sectores locales para que la vida en la ciudad no se vuelva insostenible.

Y aquí es donde podemos hacer algo: no contratándolos, avisando a la Policía Local cuando se sitúan en la puerta de nuestra casa sin respetar ni una sola distancia y elevando los micros para que tu televisor quedé silenciado por su voz. Y, por que no, sacando del error cuando escuchamos barbaridades como que el color de las casas era el Instagram del momento y se hacían en colores chillones para destacar en la calle; que el plato típico de la ciudad es el queso con membrillo; o que la ciudad es de origen atlante (de la Atlántida, vamos).

Solo así lograremos atraer un turismo de calidad, que permita que la ciudad no se convierta en un parque temático perdiendo su esencia real: su gente. Cádiz necesita al turismo para sobrevivir, pero el turismo necesita al gaditano para subsistir. Solo de la mano, regulando el trabajo en la calle y potenciando al profesional que además de cuidar a su cliente cuida al vecino lograremos llegar al equilibrio perfecto.

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