Javier Fornell
De turismo
Tras años de pandemia, podríamos haber aprovechado para solucionar los errores que ya hemos cometido en el pasado
Se acerca el verano y ya se huelen los problemas endémicos de toda ciudad turística. Tras años de pandemia, podríamos haber aprovechado para solucionar los errores que ya hemos cometido en el pasado. Pero no, como el turismo, su gestión también parece haberse parado. Y ... esta primavera recién iniciada ya comienza a ver los problemas con masificación en ciertas zonas. Por eso, hoy, me gustaría hablarles de alguno de ellos.
Lo primero que nos encontramos son los ‘freetours’, individuos que en muchos casos trabajan para multinacionales que les explotan como falsos autónomos. Y que cobran su servicio a propinas ¿a quién le gustaría cobrar así? A mí no, desde luego, y por eso no hago estos servicios ni los defiendo. Sobre todo, por son la primera causa de la masificación de zonas como el barrio del Pópulo o la calle Compañía. Dios no quiera que ocurra una desgracia en ese barrio o con la cantidad de gente que llevan estos falsos profesionales puede acrecentarse el problema.
Y eso nos lleva al segundo problema: las molestias que algunos profesionales del mundo guía causan a los vecinos. Además de la masificación, la contaminación sonora con micrófonos puestos a todo volumen que interfieren con el día a día de cada cual en su casa. Es más, algunos de estos ¿profesionales? Son propensos a subir el volumen si alguien se lo recrimina.
También existen problemas organizativos que todos los que guiamos vivimos, y que deberían ser solucionados. Por ejemplo, la ciudad solo cuenta con dos paradas turísticas (en plaza Sevilla y en plaza España) en la que se tienen que cargar decenas de buses al día, con el consiguiente problema de tráfico. Además, al no contarse con estacionamiento para estos buses, se obliga a los conductores a salir de la ciudad para poder descansar y esperar a recoger a sus clientes. Cuando no, directamente, se quedan en la misma parada, en la que además deben competir con el bus rojo. De esta forma, se pone en riesgo a los clientes y a los trabajadores.
Por último, hay otro problema que no es menor y es la desprofesionalización del turismo. Muchos guías, aun con carnet de oficial, no ejercen el trabajo de forma profesional, ya que no están dado de alta, no cuentan con seguros o, directamente, no facturan su trabajo. De esa forma se potencia la ilegalidad en el sector y el maltrato al trabajador, que no cobra lo que debería ser justo. Por otro lado, el hecho de que cualquiera se lance a guiar nos está dejando un segundo y grave problema: la falta de formación y, en ocasiones, de educación.
Estar en la calle te lleva a oír barbaridades como que la catedral es circular (basándose en el mapa plasmado en el suelo de la plaza), o que nuestro plato típico es el membrillo con queso. Son nimiedades que dejan en entredicho a la propia ciudad ya que el visitante termina dándose cuenta de que está siendo estafado. Y la imagen de Cádiz deja de ser la de una ciudad amable para convertirse en una ciudad mentirosa que trata de robar al visitante.