Javier Fornell
Sálvame del Carnaval
Hace mucho que dejo de interesarme el COAC y las agrupaciones que pasaban por las tablas de un teatro destinado demasiado tiempo al mismo
Dicen que el Carnaval es la fiesta de la libertad de expresión, en la que todo vale para criticar al poder establecido, enaltecer la ciudad y sus gentes, atacar los males que afectan a la sociedad y que es una especie de crónica ... social que narra los sucesos más importantes del año. Sin embargo, cada vez más, esto queda en un segundo plano frente a la polémica. Personalmente, hace mucho que dejo de interesarme el concurso, acá COAC, y las agrupaciones que pasaban por las tablas de un teatro destinado demasiado tiempo al mismo.
Sin embargo, este año, y por la polémica con la chirigota de un tal señor Cascana (permítanme lo del tal señor ya que no sé nada más de él) he posado mis ojos en la pantalla para ver lo que ocurría. Más por ese morbo que lleva a Sálvame a llenar horas de televisión que por verdadero interés. ¿Qué era eso que había llevado a una cofradía a expulsar a uno de sus cargadores? ¿Porqué las redes sociales se volcaban en hablar de la libertad de expresión del Carnaval? Hasta, supuestamente, un grupo de abogados cristianos habría entrado en liza.
Cuando vi las imágenes, comprendí todo: dos pasos y, en ellos, dos personas en silla de rueda imitando zafiamente a un Cristo y una Virgen. Y todo con ese tufillo anticapillita que rezuma un odio desmesurado. Claro, pensé, el señor Cascana ha conseguido lo que quiere: polémica . La verdad es que he escuchado un par de letras de esta agrupación, que no destaca ni en un año flojo de chirigotas (el Selu huele a estresado con premio). La mejor manera que ha tenido de estar en boca de todos y, por tanto, de conseguir los ansiados contratos que le darán mucho dinero al año era conseguir eso: que se formara el lío.
Y las cofradías han entrado al trapo al anunciar su expulsión como cargador, cuando es algo que debería haber salido de él directamente. Si no te gusta algo, o lo cambias desde dentro o te vas, pero no insultas a todo el mundo cofrade en públicamente. Personalmente, entiendo perfectamente a la organización. Yo no querría tener en mi lado a quién se mofa de mis creencias. Él y otros muchos no lo entienden, claro, porque no comprenden que una Hermandad de Semana Santa es mucho más que un grupito de colegas haciendo algo. Hay un sentimiento hacía las imágenes que procesionan (a veces, convertido en errónea adoración y fanatismo, cierto es, pero sentimiento religioso). Hay un cariño por lo que se hace y mucho trabajo detrás.
Él, quizá, cargaba por otros motivos: cumplir las cuatro “ces” de todo gadita que se precie: carnavalero, cadista, caletero y cofrade. Lo que no pensó, sin duda, es que no todo vale en el carnaval. Que hace mucho que dejo de ser un diario hablado para ser un negocio. Y que, si juegas a una cosa en Carnaval, no puedes jugar a otra en Semana Santa con aquellos a los que insultaste. El Carnaval debería ser critica social, no mofa . Ni en el tipo ni en las formas ni en el fondo. Y ojo, no porque hayan topado con la Iglesia, si no porque esas dos imágenes son importantes para muchas personas que creen en ellas, que ponen sus esperanzas y sus miedos en sus manos. Al hacer lo que han hecho, no atacaban a una institución –y por tanto criticable- sino a los sentimientos de miles de personas. Y eso, querido Cascana, ya no es licito ni por estar en Carnaval.