Javier Fornell
De pulsos y humos
En los últimos tiempos, es más sencillo leer salidas de tono en redes de la madre del alcalde que ver a un uniformado local.
Uno, a veces, hace cosas raras. Yo, por ejemplo, me siento a escuchar de qué habla la gente por la calle. Mas que nada para saber qué se cuece en la ciudad y también para tomar ideas para próximas historias. Estos días también lo hago ... y escucho a la ciudad más, se ve, que ciertos políticos que se mueven solo por redes. De esa forma, mi visión es distinta a la suya.
Mientras que la nueva máxima preocupación del Sr. González es el cambio de nombre del estadio Carranza, los ciudadanos se preguntan si los policías locales gaditanos son como ‘Los Diminutos’, que nunca se saben dónde están. Y es que, en los últimos tiempos, es más sencillo leer salidas de tono en redes de la madre del alcalde que ver a un uniformado local.
Otra de las cosas de las que se habla estos días es de la suerte que la ciudad ha tenido al no sufrir el temido rebrote del ascenso. Pero mientras muchos gaditanos nos llevábamos las manos a la cabeza ante el encuentro, nuestro máximo edil convocaba a las gentes a las manifestaciones por Astilleros.
Un ejemplo más de que este alcalde no sabe dónde vive. O lo sabe muy bien, que también podría ser viendo lo visto. Y lo visto es que para elegir el nombre para el estadio abre consulta popular no vinculante, no vaya a ser que los graciosos la líen y tenga que llamarse Estadio Municipal Teófila Martínez. Para evitarlo, que mejor que convocar un cónclave de profesionales de eso del ‘antifascismo’: los Brigadas Amarillas (los ‘Cayetanos’ del cadismo) y Pro-Derechos humanos del infatigable Lara (¿cuántos años lleva al frente de esta asociación?).
Si así son todos los comités de expertos de esta ciudad, apaga y vámonos. Qué se puede esperar de una ciudad cargada de asesores a dedo; que abre consultas populares para acallar bocas mientras crea grupos de decisión partidistas. Aunque en algo sí es un experto este alcalde y su equipo: en crear cortinas de humo.
Así, mientras la ciudad se hunde por crisis heredadas y propias, aquí se habla del nombre se un estadio y se hacen sesudos debates sobre el peso del alcalde. Mientras los gaditanos se preguntan de qué van a sobrevivir (aquí se sobrevive, no se vive), ellos se ofenden si el PSOE no les baila el agua. Mientras la oposición ataca sus sedes, ellos solo condenan que se acuse a grupos cercanos a ellos y se enzarzan en redes sociales con sus socios de gobierno. Alejados de la realidad de la calle, esa que decían defender.
Quizá ellos, como yo, deberían aparcar sus bicicletas, sentarse en la plaza de San Juan de Dios en vez de el despacho y escuchar el pulso moribundo que late en esta ciudad. Ha llegado la hora de las políticas reales y no de jugar a ser alcalde. Tiene tres años por delante para demostrarlo que vale o para quitarle a su amado Fermín Salvochea el honor de ser el peor alcalde de la historia de Cádiz.
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