Javier Fornell
Pandemia de miseria
El problema de la India no es la pandemia del Covid; el verdadero problema es la miseria endémica y la desigualdad
Hace más de diez años tuve la inmensa fortuna de conocer India, un país maravilloso, lleno de contrastes, de color, de olor, de risas, alegría y la miseria más mísera que podemos imaginar. En aquel 2008 acudí con Manos Unidas para conocer in situ los ... proyectos con los que colaborábamos desde España y fui con esa mentalidad tan occidental de «a ver cómo ayudamos».
Sin embargo, al que ayudaron fue a mí. En Andhra Pradesh descubrí el verdadero valor de la vida. El que lleva a mujeres sin futuro a tomar las riendas de sus destinos para salir de su situación. Descubrí el orgullo con el que los niños te enseñaban sus colegios, pero también lloré hasta quedarme sin lágrimas al conocer historias como la de las diwali, quienes por nacer niñas ya tenían marcado su futuro como prostitutas. O las historias de tantos miles de niños: nunca se me olvidará cuando me dijeron que en Hyderabad había 150.000 niños viviendo en sus calles.
Y ver la dignidad y fuerza con la que luchaban por mejorar me hizo amar la India con todos sus contrastes. Esos contrastes que vemos estos días en nuestras televisiones debido a la pandemia. 3.000 muertos al día le ponen al frente de las estadísticas de muertos diarios y muchos han descubierto la verdad de sus hospitales e infraestructuras. En las zonas más desfavorecidas, claro, ya que la India tiene algunas de las mayores fortunas del mundo y muchas ciudades se dividen claramente por su condición socioeconómica y por las castas (oficialmente extintas, pero que siguen vivas)
Estamos en un mundo globalizado en el que, sin embargo, hemos vivido mirando nuestro ombligo. El famoso eurocentrismo que ha marcado hasta nuestros mapas y que nos hace olvidar lo que ocurre más allá de nuestras fronteras. Ese mal llamado tercer mundo que queda fuera de los tik toks y solo cuando los medios se fijan en ellos nos acordamos de la miseria con la que convivimos.
Y es que el problema de la India no es la pandemia del Covid; el verdadero problema es la miseria endémica y una desigualdad que conlleva que nos rasguemos las vestiduras, pero miremos a otro lado. Sin embargo, como nos dicen los Evangelios con la parábola de la multiplicación de los panes y los peces, si divides y compartes, en nuestro mundo, sobran recursos.
Hoy miramos a la India y nos tiramos de los pelos por la situación de sus hospitales, pero ¿cuántos de nosotros repartimos algo, por mínimo que sea, de nuestros ingresos con ellos? Es cierto, que hoy muchos de nosotros padecemos la crisis derivada del Covid pero aún así es de recibo que globalicemos la solidaridad. Más que nunca, en el siglo XXI, cuando el ala de una mariposa en China provoca un maremoto en Chile.
Por eso, ha llegado el momento de ver que la vida de la mayor parte de la Humanidad no se parece en nada a nuestro ensueño europeo. Aquí tenemos herramientas que permiten que mantengamos, al menos, la dignidad. Sin embargo, en India o en África muchas veces se depende de la buena voluntad de personas que dan su vida en misiones humanitarias tratando de repartir y multiplicar los panes. Y nosotros debemos aportar nuestro grano de arena.
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