Javier Fornell
No somos nada
Los autónomos somos una especie en vías de extinción por mor de nuestros gobiernos
Definitivamente, en este país, los autónomos somos una especie en vías de extinción por mor de nuestros gobiernos. Desde siempre, hemos estado maltratados, pagando para poder trabajar, pero sin ninguna contraprestación. En los últimos años, se hablaba de medidas que, tal vez, vinieran ... a paliar esa sin razón de tener que pagar en impuestos, altas y trimestrales más de lo facturado. Sin embargo, una y otra vez, se miraba para otro lado desde las esferas de poder.
Nos exigían demostrar que llevábamos dos años de pérdidas para poder acceder al paro y eso, por supuesto, era casi imposible ¿qué economía familiar era capaz de soportar tanto tiempo de pérdidas económicas? Pero es que, además, es muy complicado que te den esa prestación, a la que todo trabajador debería tener derecho.
Y ahora, en plena crisis del coronavirus , con las calles cerradas al tránsito de persona, los negocios cerrados a cal y canto, las empresas cayendo en facturación,… se ofrecen alternativas a los trabajadores que tendrán que irse a la calle. Se ofrecen opciones de ERTEs a las grandes empresas, pero ¿qué nos ofrecen a los autónomos? Moratoria para pagar impuestos ¡Tócate los bemoles!
Claro, la mejor ayuda que nos pueden dar es que paguemos nuestro autónomo y los impuestos en cómodos plazos dentro de 6 meses, como si nuestras economías se fueran a recuperar en ese tiempo. Seguramente, como nunca enfermamos (si lo hacemos no cobramos, pero sí pagamos), el gobierno social-comunista, de los (no) en cuarentena Pedro y Pablo, crea que vamos a ser capaces de sobrevivir comiendo raíces de eucalipto.
Muchos tomarán (¿tomaremos?) la medida de darnos de baja como autónomos. De hecho, desde los sindicatos y las asociaciones de autónomos ya se comienza a lanzar la campaña de hacerlo en masa como medida de protesta. Así, tal vez, este gobierno y los venideros, se den cuenta que esa gran masa anónima que somos autónomos conformamos uno de los motores de este país. El cercano, el que está a pie de calle luchando por generar riquezas. El que se compone de tu peluquera, tu mecánico, tu dentista, tu pintor, el guía que te acompaña en tus viajes, el que te repara el ordenador, o el que te vende huevos cuando los grandes supermercados están cerrados.
Todo un grupo de gente que vive (sobrevive las más veces) con el esfuerzo propio tratando de sacar adelante un negocio que, seguro, fue su sueño pero que hoy le quita el sueño y lo torna en pesadillas. Esos (nosotros) que vivimos esta pandemia como los demás, pero lloramos al ver como caen nuestros negocios sin más ayuda del Estado que palabras vacuas que se pierden en el viento.
Cuando esto termine veremos cuántos de nosotros podemos continuar con nuestros negocios; Cuántos seremos capaces de sobrevivir a la debacle. Y los que lo hagan pedirán para que los españoles, esos que muestran la solidaridad saliendo a aplaudir en los balcones, se acuerden de nosotros y salgan una vez más, pero a gastar sus sueldos entre aquellos que, sin aspavientos ni grandes riquezas, les hacemos la vida más fácil.