Javier Fornell

Migrantes

Ver a esas personas como extraños que vienen a robarnos es un gran error

Llegada de migrantes a playa Victoria. Antonio Vázquez

Javier Fornell

La Historia de la Humanidad está llena de migraciones. Desde los llamados Pueblos del Mar, hasta las más recientes migraciones africanas (y asiáticas) que, en periplos tan duros como largos, han buscado en la vieja, democrática y rica Europa un lugar en el que sentirse ... seguro. Una Europa que ha conformado su cultura gracias a la mezcolanza de personas, razas, credos y 'culturas' . Una Europa que no sería lo mismo sin la tradición helenística, la herencia romana (desde el derecho hasta el latín), ni sin la fragmentación goda y sus usos políticos diferentes. Y, por supuesto, que no sería Europa sin la influencia del cristianismo, pero también del islamismo, en la filosofía, la cultura, la medicina, las artes o las ciencias.

Una Europa que debe seguir creciendo fuerte y unida en la mezcla de sus gentes . Una nueva tierra de 'erasmus'; de niños nacidos de matrimonios mixtos (de hijos de padre español y madre danesa. De padre holandés y madre griega) que olviden el nacionalismo patrio de fronteras tan legales e históricas como innecesarias en un mundo global.

Pero, además, Europa ha sufrido las guerras en carne propia —aunque ahora parezcamos olvidarlos de eso—. Guerras civiles e internacionales que han provocado oleadas de refugiados : desde los republicanos de nuestra Guerra Civil hasta los judíos y polacos de la II Guerra Mundial, pasando por los que huyeron del comunismo saltando un muro de la vergüenza que hoy mismo vuelve a elevarse con nombre de frontera europea; o de los que aún hoy huyen desde los países del este al oeste buscando una falsa prosperidad.

Sin embargo, con el tiempo, cada vez que una patera llega a nuestras costas como esta misma semana ha ocurrido en Cádiz, saltan las voces atacando a las personas que solo buscan ganarse la dignidad de elegir su camino . Desgraciadamente, en esa búsqueda caen en manos del verdadero problema de la migración: las mafias. Es a ellas a las que se debe perseguir y condenar, no a quién abandona su casa y su familia, para cruzar mares y desiertos en busca de un halo de esperanza.

Ver a esas personas como extraños que vienen a robarnos es un gran error. Pensar que el mantero que pasa horas para vender algo de ropa es quien daña al comercio es no ver más allá de nuestra nariz. En un mundo de oferta y demanda, ellos forman parte de los productos a vender; usados por las mafias que trafican con personas y falsificaciones . También ellos han sido víctimas de una falsificación al ofrecérsele un prometedor futuro que no existe; y estafados porque durante años tendrán que pagar la deuda a las mafias por miedo a que dañen a sus familias.

Y yo, cada vez que veo comentarios racistas por la llegada de una patera, no puedo más que pensar que, en el fondo, somos egoístas. No xenófobos ni ignorantes, simplemente egoístas . Con ese egoísmo que nos impide tender la mano al otro por miedo a que nos coja hasta el brazo. Sin olvidarnos que, igual que ayer y que, quizá, mañana, nosotros también terminemos migrando y, entonces, querremos una sonrisa amiga que nos reciba en nuestro propio calvario.

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