Javier Fornell

Las mentiras del alcalde

De incoherencias y populismos hemos hecho un máster colectivo en la ciudad de Cádiz

Javier Fornell

La primera que lanzó fue que quitaría la zona azul, ya que los gaditanos no debían pagar para aparcar. Se ve que vio los beneficios económicos de esa línea maldita y decidió, junto a su Little “Martin Vila” Jon, extenderla por toda la ciudad jugando con colores hasta volver locos a quienes tratamos de aparcar. Aunque luego, en algunas plazas (como la de Asdrúbal en la que se paga de 9 a 21h de lunes a domingo) queden totalmente vacías durante horas. Al final, la mentira se hizo clara: donde dijo que quitaría, puso. Donde no había, puso. Donde no hacia falta, puso. E hizo caja por cada una de ellas.

Después prometió que Eléctrica de Cádiz estaría al servicio del gaditano. Se lanzó contra José Blas Fernández acusándolo de bloquear el bono eléctrico, ese mismo que nunca se ha llegado a poner porque, como decía el escrachado exconcejal del PP, no se podía legalmente. Pero él, como el lobo del cuento de los tres cerditos, sopló y sopló para que su mentira creciera por la ciudad. Pero el tiempo, al final, pone a cada uno en su sitio, y nos ha puesto al alcalde subiendo el precio de la luz, en su eléctrica pública y con superávit.

Al hablar de superávit lo hacemos de la primera verdad de sus promesas: prometió bajar la deuda y lo está haciendo. Aunque la pregunta, en este caso, es a base de qué. Y la respuesta es que a base de no hacer. Y cuando no haces, la ciudad se muere. Se muere por los cuatro costados, continuando su desangramiento poblacional camino de las ciudades del entorno. Él, que prometió que los gaditanos volverían a la ciudad, tampoco ha cumplido esa promesa. Pero esto, por una vez, no se le puede achacar. Cádiz lleva perdiendo población demasiadas décadas ya.

Y es normal que siga perdiéndolo, ya que las mentiras del alcalde tienen consecuencias: al no haber aparcamiento se pasan horas en el coche, horas que se pierden de la vida de cada cual mientras se contamina en la ciudad. Además, al tener que pagar por aparcamiento, también lo nota nuestro bolsillo. Y eso hace que trabajadores y compradores se piensen dos veces venir a nuestra ciudad; y en el caso de los compradores, su ausencia terminará afectando a nuestro día a día más que el manido discurso contra el turismo.

Esa es la última mentira del alcalde: crear enemigo en quien no lo es y pretender convertir en ciudades siamesas a Cádiz y Venecia; cuando no lo son. El verdadero enemigo es la inacción del gobierno local.

Artículo solo para registrados

Lee gratis el contenido completo

Regístrate

Ver comentarios