Javier Fornell
Mamarrachos sensatos
Cádiz es una ciudad de muchas capas y muchos nombres. Fue la ciudad que sonríe, la de las libertades, la constitucional, la «del Kichi», la carnavalera, cadista y caletera
Cádiz es una ciudad de muchas capas y muchos nombres. Fue la ciudad que sonríe, la de las libertades, la constitucional, la «del Kichi», la carnavalera, cadista y caletera. Una ciudad de mamarrachos que se visten con la camiseta de su equipo paseando ... por la Avenida o por la Quinta Avenida de Nueva York. Una ciudad de la que se han reído y se ha reído de sus defectos; que ha sido acusada, entre mofas, de vaga, de acallar el paro con cuplés, y dejar que la fuerza se le vaya por la boca.
Pero ahora, que todo lo que sale por la boca puede servir para extender una pandemia que muchos (me incluyo) no creímos tan dura en su inicio, ha dado una lección de sensatez. Somos mamarrachos, pero somos sensatos. Y te das cuenta cuando hablas con visitantes nacionales. Por suerte y desgracia, en este año pandémico, me dedico a guiar en nuestra ciudad y eso hace que entable conversaciones con algunos de ellos. Curiosamente, todos dicen lo mismo: que de personas con mascarillas.
Y es cierto, solo hay que pasear por nuestras calles para ver como la inmensa mayoría de los gaditanos (no solo los de la capital, por cierto), cubren sus rostros protegiendo y protegiéndose. No vamos a negar que también están los que no la usan, ni la usarán, creyéndose superiores al resto y mirando por encima del hombre. Pero al contrario que en otras ciudades, aquí son ellos los mal vistos; los raros que no tienen la prudencia y la generosidad de cuidar al prójimo.
Desgraciadamente, vemos como los rebrotes se extienden por España; provincias receptoras de visitantes, como Málaga, se ponen a la cabeza de nuevos infectados; y Lleida vuelve a confinar municipios. Y muchos de estos casos son por actos de insensatez colectiva.
Por eso, nosotros debemos seguir siendo mamarrachos sensatos. Esos que, enfundados de amarillo y azul, cargados de bufandas en uno de los julios más calurosos que se recuerdan, disfruten con su equipo protegiendo a los suyos: sus padres, sus abuelos, sus hermanos y sus hijos. Sobre todo, si el Cádiz logra el ansiado ascenso a Primera, lo que podría (permitidme el condicional) producirse este mismo fin de semana. Un hito que muchos irán a celebrar mientas otros muchos, que daríamos lo que fuera por ir, antepondremos la distancia social a la celebración multitudinaria.
Hemos sido ejemplo de muchas cosas y hemos sido tachados de otras muchas. Así que, si se produce el codiciado ascenso, volvamos a dar ejemplo, pero de responsabilidad. Este año, a la bufanda y la camiseta añadamos la mascarilla y la distancia social, por más ganas que tengamos de abrazar al vecino de acera.
Seamos mamarrachos, sí, pero seamos mamarrachos sensatos para poder disfrutar de nuestro equipo, en las gradas de nuestro estadio Carranza, en la mejor liga del mundo. No vaya a ser que, por no taparnos la boca, nos quedemos con la miel en los labios. Y, sobre todo, para que el año que viene estemos, por lo menos, los mismos y no se quede nadie (más) en el camino.