Javier Fornell

Madrileñofobia

Volcábamos en ellos todos los defectos que veíamos en los turistas nacionales como si nosotros no cayéramos en esas mismas actitudes al viajar lejos de nuestra tierra

Javier Fornell

En Andalucía, cada verano, era común oír comentarios acerca de los madrileños que venían a estas tierras a colonizar nuestras playas y nuestros bares. Se les acusaba de mal educados, de guarros y de otro sin fin de males mientras gritábamos arremolinados a la mesa ... del bar. Volcábamos en ellos todos los defectos que veíamos en los turistas nacionales como si nosotros no cayéramos en esas mismas actitudes al viajar lejos de nuestra tierra.

Pero este año se está dando un fenómeno mucho más peligroso. Aquella madrileñofobia que era broma jocosa se ha convertido en una realidad que vemos día a día en redes y prensa («Primer día de los sevillanos en nuestras playas» titulaba cierto periódico no hace mucho). Y eso es un verdadero problema.

Ver como en las redes se lanzan falsas noticias sobre playas cerradas es dañino para nuestra economía, pero hay cosas peores. Hace poco, un compañero de la Asociación de Empresas Turísticas de Cádiz, me comentaba que había tenido que bloquear a seguidores de su página de Facebook ¿La razón? Cuando se hablaba de sus servicios o preguntaban por ellos desde fuera, les comentaban que no vinieran, que el servicio era malo y que los precios eran caros. Todo con tal de que el madrileño (entiéndase, cualquiera de El Cuervo para el norte) no viniera.

Y eso es un verdadero problema. Es normal que se tenga miedo a los rebrotes del covid19. Todos hemos vivido la pandemia y hemos sufrido sus consecuencias. Pero no es de recibo tirar por el suelo el trabajo y esfuerzo de quienes viven de un turismo de calidad. Ese que ofrece buenos servicios a los clientes y buen trato a los trabajadores.

La principal industria de nuestra provincia es el Turismo y de ella viven otros muchos sectores. Si el madrileño no viene al bar, el camarero no podrá ir a la tienda del barrio y el de la tienda no podrá ir a otra tienda. Es dinero que se mueve y que este año se estanca para que las playas no se saturen. Y es que, en el fondo, eso es lo que subyace: mi playa es mía. Del gaditano, del onubense, del malagueño… y no quiero que nadie venga a quitarme el sitio de la toalla.

Al madrileño se le achaca la diáspora nacional en los días más fuertes de pandemia . Pero solo fueron una minoría y no podemos meter a todos en el mismo saco. Por esa regla de tres, deberíamos decir que todos los gaditanos son unos inconscientes por agolparse en la playa en la noche de San Juan (con sus carreras delante de la policía y todo), pero no es así.

Y no debemos caer en el error de seguir dividiendo a la sociedad, no por culpa de una pandemia que nos ha cogido a todos desprevenidos. La vida debe seguir, aunque sea con mascarilla y distancia social, o entraremos en una crisis económica de difícil solución. Y para que siga, debemos dejar que vengan otros de fuera, acogerlos con la alegría que siempre nos caracterizó y luchar para que, entre todos, se mitiguen los efectos del Covid-19.

No caigamos en la madrileñofobia cuando esto es una guerra de todos.

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