Javier Fornell
Libertad o libertinaje
Para mí, el pasaporte nunca supondrá un recorte de mis libertades ya que por voluntad propia y conciencia social ya estoy vacunado
La Navidad debería ser una fiesta de concordia y armonía, pero en la era covid se ha convertido en una nueva fuente de discusión. Se nota en cada grupo de amigos cuando comienza a hablarse de celebraciones, o de reunirse en un bar para tomar ... una cerveza. ¿La razón? Ahora estamos descubriendo quiénes realmente se vacunaron y quienes cayeron en las garras de una supuesta conspiración contra nuestras libertades personales.
Es curioso cómo en pleno siglo XXI, cuando la razón y la ciencia son pilares básicos de la sociedad, la ignorancia y la superstición vuelve a ganar terreno. Los argumentos son peregrinos y de todo pelaje: desde los que dicen que la vacuna no evita el contagio, hasta los que creen que les han inyectado un chip en la sangre. Y lo hacen bajo la bandera de una supuesta libertad que se olvida del respeto al otro.
Obvian una realidad: la pandemia no es una mentira. Dentro de unos años no la recordaremos y no será más que un mal recuerdo en algunos; pero por ahora nos toca convivir con ella y luchar juntos para salir. Aunque para eso debemos recortar en parte nuestro bienestar, y debemos hacerlo de forma personal. Que nos pidan o no un certificado de vacunación en un bar no supone un recorte de libertades; supone un recuerdo de que aun no hemos salido. De que no somos inmunes (la vacuna no evita el contagio) y que debemos seguir tomando precauciones.
Para mí, ese pasaporte nunca supondrá un recorte de mis libertades ya que por voluntad propia y conciencia social ya estoy vacunado. Además, hoy en día, la petición del citado documento no afecta a ningún bien básico y tan solo (con la consiguiente pérdida económica) a zonas de ocio y restauración. Algo que es también una opción personal usar o no; igual que vacunarse o no.
El problema es que hay muchos que confunden libertad y libertinaje. La libertad es aquella que termina dónde empieza la del otro; la que socialmente hemos estipulado para poder tener una convivencia pacifica y cordial en la que todos velemos por todos. El libertinaje, ese que defienden muchos antivacunas, es en el que tus deseos están por encima del bien común y no importa nadie más que tú.
En esta pandemia hemos descubierto que no hemos salido mejores, que el yoísmo está casi tan al día como la incultura. De otra forma no se entiende que personas supuestamente formadas sean capaces de negar que la vacuna está salvando vidas. Que es cierto que no evita el contagio, pero sí reduce la mortandad. Personalmente no comprendo el egoísmo de ciertos seres que solo han levantado la voz cuando les han dicho que no podrán entrar en bares; pero que se han quedado callados mientras sus vecinos morían, enfermaban o caían en la ruina económica por culpa de su insolidaridad y egoísmo. Por no ser capaces de distinguir entre libertad y libertinaje; por anteponerse ellos individualmente a la sociedad como colectivo.
El pasaporte covid impedirá que entren en los bares; pero somos cada uno de nosotros los que también debemos dar un paso: los que llamemos la atención a esos amigos y familiares que por capricho se han negado a vacunarse. Y debemos hacerlo para poder volver a vivir en libertad.