Javier Fornell

Generación de cristal

Convivimos con una generación que ha terminado ofendiéndose por cualquier palabra dicha para terminar banalizando lo realmente importante para, simplemente, convertirlo en una crítica de twitter

Javier Fornell

El domingo vivimos en el partido del Cádiz-Valencia algo que parecía imposible hace unos años en el futbol de este país. Tras un choque entre Cala y Diakhaby en el área valencianista, el segundo persigue al cadista hasta enfrentarse en el centro ... del campo. Y allí se armó el lío que bien conocen, con el francés acusando de racista al lebrijano y marchándose del campo. El resto, ya es historia de nuestra Liga.

Después, políticos de toda índole, influencers y juristas del papel amarillo se dedicaron a atacar a la persona, sin pruebas ni fundamentos cuando escribía estas letras, y sin contar ni saber nada de la persona que hay detrás del supuesto insulto. Y, lo que es mucho peor, convirtiendo el movimiento antirracista en una mofa de lo que realmente debería ser.

Ver a deportistas de élite, arrodillados y compungidos por haber sido llamados (supuestamente) «negro» en una acalorada discusión en un partido de fútbol me hace recordar a otros muchos que acuden a nosotros para vendernos pulseras, elefantes o mantas en nuestras calles y playas. Y me hace pensar que a ellos no les está permitido ofenderse por el uso de la palabra de marras. A esos a los que no les decimos negros o se los dicen ellos mismos, pero muchas veces los ninguneamos y apartamos de nosotros sin darles, siquiera, una misera sonrisa.

Cádiz vive al borde de la mayor fosa común del mundo. Esa en la que perecen miles migrantes buscando el sueño de una vida digna. También nuestras playas ven la llegada de pateras cada cierto tiempo, pateras cargadas de almas que buscan en esta España nuestra de ofendidos un camino en el que continuar luchando por su sueño. Y es con ellos con los que más debemos trabajar.

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