Javier Fornell

Etiquetando el 8M

Este año ha vuelto a ocurrir por la politización de una reclamación tan justa como obligada, en la que no deberían darse fisuras ni luchas internas en busca, en ocasiones, de un mayor protagonismo

Javier Fornell

El día de la mujer se llena de contradicciones en muchas ocasiones. Este año ha vuelto a ocurrir por la politización de una reclamación tan justa como obligada, en la que no deberían darse fisuras ni luchas internas en busca, en ocasiones, de un mayor ... protagonismo. Personalmente, que no voy a estas manifestaciones ni a cualquier otra politizada, me da la sensación de una pérdida del norte en el feminismo; que se ha radicalizado y divido al calor del uso partidista dado desde la izquierda, dejando fuera de su paraguas a tantas y tantas mujeres.

Y justo ayer, visitando Arcos de la Frontera, al ver la placa de Manolita Chen pensé en lo cambiado que está el mundo. Al menos, el nuestro cercano. En nuestra provincia se acogió con agrado el cambio de sexo de Manuela Samborido, dándole normalidad al hecho. Ahora, sin embargo, ella estaría vetada por ciertos sectores del feminismo. Surrealista que sean los movimientos de izquierdas los que terminen cercenando una justa reivindicación. Desgraciadamente para una sociedad sana, es bastante común esa división. El mundo homosexual fue el primero en dar el paso: del LGTB, se pasó al LGTBI+ como si cada personapudiera etiquetarse con una letra; como si las personas fueran uniformes y no existiera más diversidad que la marcada por los estigmas de la división. O eres blanco o eres verde, pero no puedes tener tonalidades.

Con el feminismo se está cayendo en lo mismo. En dividir para perder fuerza en un discurso que ya era necesario en el XIX, pero que ha dejado en la cuneta a Mercedes Fórmica y a las que, como ellas, lucharon por la igualdad desde sus realidades históricas. Y lo hacen dejando de lado lo realmente importante para crear unas matemáticas con perspectiva de género o para prohibir los dormitorios principales en las viviendas. Y sí, ha leído bien. La última ocurrencia de las autoridades del ramo en el País Vasco es eliminar las habitaciones con cuartos de baño y mayor tamaño en las viviendas, ya que fomentan el patriarcado y la supremacía hombre-mujer.

Estupidez supina para acabar con las verdaderas reivindicaciones. Las que harían que hombres y mujeres no se midieran por sus gónadas; que las personas se valorasen por sus capacidades sin cuotas ni cupos que son tan necesarios en estos momentos, como absurdos a la vez. Son necesarios ya que las mujeres entraron tarde en el mercado laboral; son absurdas porque a misma profesión, mismos requisitos (sobre todo en aquellos en los que el físico es necesario para una buena realización de sus labores, como bomberos o policías).

Todo lo demás, todo lo que no sea alcanzar una igualdad real entre personas, todo lo que sea dividir y etiquetar, no será más que la forma de retrasar el fin último del verdadero feminismo. Y lo peor, se hará para no perder cuotas de poder político.

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