Javier Fornell
En defensa de la filosofía
Un pueblo que olvida su historia es un pueblo que repite las atrocidades.
Soy petrarquista, lo reconozco. Lo que viene siendo que miro a la vida con pesimismo vital, sabiendo que única certeza es que la Parca Señora nos va a terminar alcanzado. Por suerte, y mientras tanto, siguiendo las enseñanzas de André Comte, sé que la felicidad ... no existe y que no es más que el anhelo por lo no conseguido. Y que cuando se consigue, la felicidad es tan efímera como la vida de la mariposa. No importa, en el camino de tratar de alcanzar la felicidad habré vivido. Y solo sabiendo que no sé nada, la vida es más sencilla, ya que se llena de sorpresas en cada esquina.
Lástima que en el futuro los jóvenes, y no tan jóvenes, españoles no puedan llegar a conclusiones similares, ya que el gobierno actual, en su carrera por evitar la frustración, ha decidido eliminar la Filosofía de las aulas. Igual que ha cambiado completamente la materia de Historia. Una cosa y otra pueden llevar a los alumnos a crecer sin pensamiento crítico, ya que son estas dos ciencias humanísticas las que más hacen preguntarse a uno mismo por el sentido de la vida personal y de la sociedad en la que vivimos.
En el caso de la Filosofía, junto a los suspensos y las repeticiones de curso, se ha eliminado de un plumazo. Con la Historia se ha sido más sibilino, más peligroso si se quiere. Se ha decidido eliminar el orden cronológico del estudio y se van a obviar grandes momentos de la Humanidad. Como si fuera posible entender el Internet de las Cosas sin haber estudiado la revolución industrial y el abandono de los campos; como si se pudiera hablar de tolerancia y mestizaje sin explicar las colonizaciones europeas del siglo XVIII y XIX o la conquista americana.
Es más sibilino ya que no hay mejor manera que manipular a un pueblo que hacerle ignorante. Y un pueblo que olvida su historia es un pueblo que repite las atrocidades. Lo vemos ahora en Rusia, cuando el gerifalte Putin, el nuevo zar Vladimir, acusa al presidente ucraniano de nazi, obviando que es judío y que su abuelo sobrevivió al holocausto. Olvidando que el hombre es un lobo para el hombre y que tarde o temprano vuelve a sacar las garras si no se logra domesticar para vivir en sociedad.
Una sociedad, la europea y española, que bebe de la filosofía política de los Rousseau, Montesquieu o Voltaire para vivir en una democracia imperfecta pero plena; que bebe de los San Agustín o Santo Tomás de Aquino para una cultura con clara influencia cristiana pero asentada en las ideas de Platón o Aristóteles potencia la libertad personal.
Una sociedad que, al calor de los nuevos vaivenes de políticos, va a perder gran parte de su conocimiento. No hablemos ya de otros aspectos, como la desaparición de los logaritmos matemáticos o de parte de la historia de la literatura. Todo para cerrar el círculo imperfecto de las doctrinas de la nueva izquierda: LGTBI+, feminismo mal entendido (no se puede entender sin la filosofía ni la historia) y matemáticas socioafectivas, sea lo que sea eso.
Mientras tanto, crearemos incultos no frustrados con su título de papel mojado bajo el brazo.