El control al servidor público
Sería muy curioso que un próximo alcalde pudiese ejercer de «juez de residencia» sobre el anterior
En 1500, los Reyes Católicos otorgaron una Pragmática, firmada en Sevilla a 9 de junio, que creaba una institución llamada «juez de residencia» que debía ejercer el control de los «residentes», esto es, oficiales públicos, corregidores y jueces. La institución, de origen romano, había desaparecido ... en los siglos medievales, cuando el poder de las diversas coronas había ido menguando al calor de las guerras y revueltas. Pero los Reyes Católicos habían logrado devolver a la corona el valor que le correspondía y buscaron en el control y fortalecimiento de las ciudades la manera de escapar al yugo de los nobles. Y, ante la corrupción que existía, buscaron una herramienta que les permitiera controlar a sus funcionarios.
Con el tiempo, la institución fue aumentando sus atribuciones y cerrando sus competencias sobre otros muchos cargos. Observando que se cumplían sus atribuciones de forma legal y si las personas que lo habían ejercido –el juicio se realizaba a la finalización del tiempo estipulado– eran dignas de volver a ejercer cargo público o, si por el por contrario, debían compensar a la ciudad por su mala gestión. Pues el «juez de residencia» hacía hincapié en la buena praxis de los gestores urbanos. Es decir, se auditaba su trabajo y se veía en que había errado y si se había enriquecido.
Estos jueces se mantuvieron activos hasta el siglo XVIII, pero no sería mala idea recuperar la figura ahora que los funcionarios públicos parecen campar a sus anchas –con muchas y honrosas excepciones– y que los políticos –también oficiales públicos– han mostrado que hace mucho que olvidaron el significado de buena praxis. Quizá si una institución velase por el cumplimiento real de sus labores, por la ética con la que se realizan, y por la gestión realizada otro gallo cantaría en este país de funcionarios y políticos, en el que la corrupción campa a sus anchas pero en el que también encontramos ineptos posicionándose para alcanzar cargos públicos. Son muchos los que creen que la Edad Media fue un atraso, pero en el servicio a los ciudadanos y en el cuidado de la gestión pública demostraron mucho más valor y cabeza que en el siglo XXI.
Sería muy curioso que un próximo alcalde pudiese ejercer de «juez de residencia» sobre el anterior. Descubrir, realmente, hasta dónde llegó la mala gestión por incapacidad y hasta dónde por otros motivos. Y, sobre todo, sería maravilloso que la ciudadanía pudiera solicitar responsabilidades a los políticos.
Lamentablemente, las leyes las hacen quienes mandan, y ni uno solo de ellos querría ser auditado tras su legislatura. Y no quieren debido a que hace mucho que los políticos dejaron de recibir una carga que obligaba a servir, para convertirse en un cargo dispuesto a destacar. Lo peor es que ahora que llega una nueva ventana electoral vemos aparecer nuevos adalides de la justicia social que, como Kichi en su momento, se erigen de salvadores sin experiencia ni conocimientos. Dios salve a Cádiz de nuevos mesías.