Javier Fornell
La comuna concejil
El alcalde de Cádiz ha saltado en las redes con otra foto que no tiene desperdicio en el bar Brim
Dicen que la mujer del emperador no solo debe serlo, sino parecerlo. Y nuestro alcalde, José María González , debería aprender que ser alcalde es como ser la mujer del emperador: además de serlo, hay que parecerlo. Pero él parece que se siente más ... el tuitero mayor del reino gaditanense que el alcalde de la vieja ciudad. Y lo malo de creerse el rey de redes es que acabas metiendo la pata hasta el cuadril.
Eso es, precisamente, lo que le ha ocurrido a nuestro protagonista con las fotos de las mascarillas. Y digo las fotos ya que, después de la de la comuna concejil celebrando en muchedumbre la Navidad , el alcalde ha saltado en las redes con otra imagen similar. La foto no tiene desperdicio: el bar Brim , lugar señero, tradicional y cafetero de la plaza de las Flores; el alcalde, con nariz aguileña asomando sobre mascarilla y más cercanía de la necesaria con su contertulio de barra. Este, el contertulio no conviviente, carente de toda protección que cubra su faz; y, tras ellos y felices en este autorretrato para redes, los gerentes del centenario establecimiento, sin notar que la instantánea capta el instante en el que todas las normas establecidas dejan de cumplirse. En fin, un cuadro de foto.
Seguramente nuestro gran alcalde tuitero, que gasta más horas en redes que en el despacho de San Juan de Dios, considere que quienes vemos la foto, y le indicamos que la nariz debe ir cubierta por la consabida mascarilla, solo somos fachas dispuestos a acusarle de todos los males del mundo. Pero, como suele ocurrirle al prepotente, no cae en eso de la mujer del César. Y que en su vida privada puede tomar los riesgos que considere oportunos, pero de cara a la galería debe cumplir con todas las normas establecidas para sus conciudadanos no convivientes.
Y es que sus ganas de solucionar su error a costa de otros le han llevado a decir que la docena de personas que se arremolinaban entre dos meses, sin separación personal, pueden hacerlo ya que son convivientes. Lo que viene siendo como decir que el ayuntamiento es una comuna concejil, en la que solo trabajan familiares, parejas, amantes, hijos y hermanos. Por supuesto no seré yo el que niegue que hay mucho amiguismo entre sus asesores, faltaría más, ¡pero de ahí a convertir el ayuntamiento en una comuna hay un trecho!
O no, quizá José María González vea el ayuntamiento como su propio cortijo y por eso ahora, que arranca el tramo final de sus prometidas máximas dos legislaturas, comienza a echar el freno y viendo que a su pareja se le acaba el crédito en la Junta, con la ruptura con Podemos y, ahora, con Izquierda Unida, haya decidido que es mejor tratar de seguir en el trono de San Juan de Dios.
Sin embargo, las fotos no le ayudan en su cometido. Se muestra la peor versión del alcalde, la que cree que todos sus convecinos (que guardan las separaciones oportunas, que no se reúnen más de seis y que van por la calle con mascarillas), son estúpidos y van a comulgar con ruedas de molino. Lo peor, para él, es que se cree que las respuestas en redes son la realidad de la calle, cuando la calle está muy lejos de esas redes.