Javier Fornell
Carta abierta a un alcalde orondo
Como sufridor de la gordofobia y el humor mal entendido que tú mismo practicaste en las tablas de ese teatro con nombre de señor delgado, permíteme que te de unas pautas que forman parte del decálogo del gordo perpetuo
Querido Jose María, permíteme que te hable con la confianza que da ser hermanos de Sancho Panza y compartir, por extraño que parezca a terceros, esa rara camaradería que dan las lorzas sanas y felices. Como eres nuevo en estos menesteres y pareces haber descubierto ... la penicilina con la gordofobia, debo decirte que somos otros orondos compadres los que llevamos sufriendo la mofa, y poco saber estar, de delgados desde hace años. Tantos que hace más de 10 años ya usábamos ese término que ahora tú, como exdelgado, traes a la palestra. Por eso, como sufridor de la gordofobia y el humor mal entendido que tú mismo practicaste en las tablas de ese teatro con nombre de señor delgado, permíteme que te de unas pautas que forman parte del decálogo del gordo perpetuo:
1º.- He pua malik, que en Tokelau (no te explico dónde está que eres profe de geografía e historia), significa «cerdo feliz». Sí, te has puesto rollizo como Antonio de la Torre en ‘Gordos’, pero no te deprimas, que la depresión da ansiedad y, la ansiedad, hambre. Y una cosa es ser gordo y otra padecer de gota.
2º.- En todo grupo de amigos que se precie hay un gordo simpático. Ahora eres tú el ‘Gordi’ de la pandilla. ¡Alegra la cara, ya formas parte de los Goonies!; reparte dádivas entre tus congéneres y disfrázate de Papa Noel para los niños de tus vecinos. No hay nada más divertido que la cara de un enano cuando le sueltas un «ho, ho, ho» la noche del 24 de diciembre.
3º.- No te arrepientas de tu confitamiento. ¿Qué te ha dado por comer y cocinar? ¡Podía haber sido peor! Imagina que te da por quitar las luces de carnavales y te partes una pierna: sin poder hacer deporte y engordando como Homer Simpson teletrabajando. Y no me vayas a ser susceptible que no soy vagofóbico: que cada uno (no)trabaje lo que su ética le dicte.
4º.- No hay nada peor que un gordo con una pareja delgada. No te vuelvas seco, soso, irascible y maleducado… Ríete de tu barriga y te reirás del mundo. Recuerda a Teófila, delgada ella, que soportaba estoica el «Teo, Teo, Teo, hasta el nombre lo tienes feo» de tus compadres de tasca y tablas.
En definitiva, como compañero de almax, te diré que la última cuestión que debes tener en cuenta es ser un Sancho Panza: la voz de la cordura entre tanta locura. No gastes nuestro tiempo (que somos quienes pagamos tu día a día) en tontunas de las gordas y lucha, cual Obelix, por esta aldea de locos rebeldes. Tu defensa de los gordos, aunque loable en esta sociedad obsesionada con el físico, siempre es bien recibida, pero los que somos más parecidos al Luis XVI de Botero que a las Tres gracias de Rubens no necesitamos de tu sorpresiva defensa.
Sé que eres nuevo en este mundo de circunferencias perfectas, así que, de gordo a gordo, no gastes tus energías en batallas innecesarias. No te preocupes del qué dirán y de quienes sacan a colación tus defectos físicos. No te quedes en el envoltorio y mira el contenido: puede parecer jamón serrano, pero es presunto. Puede parecer que te dicen gordo, pero te llaman vago.