Javier Fornell
El Carnaval atrasado
No debe haber sido sencillo tomar esta medida; pero una vez hecha debemos acatarla como ya hemos hecho con otras que no nos gustaban
Hoy tocaría hablar del Carnaval. Decirle al alcalde y su pléyade lo mal que me parece que se lleven el Concurso al Corpus para terminar en junio. Pero, la realidad, es que me da igual. No me importa (salvo por el parón que sufrirá la ... programación del Falla) que se realice en junio o en diciembre. Es un concurso de coplas y como tal debe verse. Además, el Ayuntamiento hizo un esfuerzo por quedarse con los derechos televisivos y ahora tiene que recuperar el gasto. Así que, hasta aquí, todo ok.
Lo que me hace gracia, a la vez que me apena, es ver las reacciones en redes en contra de la decisión. Se hacen bromas, se protesta en Twitter y se alza la voz contra la injusticia de haber recuperado las fiestas típicas. Hay quien se queja hasta de haberse creado un Carnaval para «mesetarians», más pensado en el turismo nacional que en el habitante local. Ya sé sabe, el Carnaval levanta pasiones. Las que no han levantado otras medidas y actuaciones. Las que no han levantado la situación económica, social e higiénica de la ciudad.
El alcalde ha tocado el peor tema que podía haber tocado. El Carnaval, y él lo sabe bien, mueve sentimientos y personas. Gentes que en esas semanas encontraban una vía de escape a sus males, pero que en una ciudad a la que no le gustan los cambios, no los acepta. Y llevar, décadas después, el Carnaval al verano es una decisión que puede costarle miles de votos a este Ayuntamiento. Pero también es una decisión valiente y necesaria en época postpandémica. Este verano hemos visto cómo las aglomeraciones se reproducen en algunos lugares de la ciudad, con la Policía Local (en guerra con nuestro alcalde) mirando para otro lado ¿Se imaginan eso mismo en febrero?
Este maldito virus ha demostrado que es más fuerte en invierno y que necesita unas condiciones para extenderse, entre ellas el no uso de mascarillas ¿Se imaginan la ciudad en febrero poblada de decenas de miles de visitantes pululando por los callejones? Yo lo imagino y, por una vez, me pongo en la piel de José María González afirmando que yo también habría tomado esa decisión. Una decisión que antepone los intereses de las personas al Carnaval; que antepone salud a diversión.
No debe haber sido sencillo tomar esta medida; pero una vez hecha debemos acatarla como ya hemos hecho con otras que no nos gustaban. Lo que no se puede permitir es que se llame a la desobediencia civil por haber atrasado un Concurso de coplas; lo que no se puede permitir son los insultos gratuitos y personales (y lo dice alguien conocido por criticar abiertamente a nuestro alcalde y sus políticas).
El Carnaval es una fiesta anual, que tarde o temprano volverá a llenar de alegría las calles gaditanas; pero no debemos olvidar que también debemos cuidar de la salud de nuestros amigos y vecinos. El Covid-19 aún no nos ha dejado; el año pasado creímos vencer y llegó una nueva ola. Ahora estamos al final de la guerra contra el virus, pero una guerra no se gana hasta que se termina, por eso debemos seguir luchando y renunciando a ciertas cosas por el bien común. Por una vez, gracias alcalde por este Carnaval atrasado.