Las barbas del vecino
Ahora toca atarse los machos y mirar al futuro. La historia es cíclica, la pandemia será dura, pero luego ya tendremos tiempo de vivir los locos años 20
Dice el refrán que “Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar” y eso deberíamos ir haciendo. Los datos de infectados de coronavirus vuelven a crecer en España y la apertura de los cierres perimetrales mostrará su efecto en las ... próximas semanas. Pero las imágenes de calles colapsadas en toda España y colas kilométricas en los centros comerciales hacen pensar que la famosa tercera ola va a tener un pico alto cerca de las Navidades.
Y, para colmo, nuestros países del entorno ya han comenzado a tomar medidas, justamente contrarias a las nuestras. Alemania ha cerrado los colegios y ha devuelto a la población al confinamiento; el sur de Inglaterra también se ha confinado; y Francia también endurece las medidas. En España, Pedro Sánchez también advierte de que las medidas se van a endurecer y que, a pesar de haber abierto la mano tras los puentes de noviembre y diciembre para salvar la economía, ahora toca salvar a las personas.
Estamos, por tanto, ante esa falsa calma que se da antes de la tormenta perfecta que entrará en 2021. En Alemania ayer fallecieron casi 1000 personas por este maldito covid19 y en Francia alcanzó los 300. En España volvemos a superar los 200 muertos diarios, y no sabemos lo que está por venir ya que la vacuna no será la solución definitiva. La solución será una mezcla de vacuna, concienciación, higiene y distanciamiento social. Y de las tres últimas ya hemos visto que andamos falto.
Lo vimos el pasado fin de semana cuando se salió en masa como si fuéramos animales enjaulados. Y se hizo sin prudencia ni mesura, corriendo a los centros comerciales para perder nuestro tiempo en colas interminables. Los políticos y los comerciantes dirán que sirvió para darle un respiro al comercio, y es cierto. Pero no es menos cierto que ese respiro debe darse con las ideas claras y las manos limpias.
Es fácil ver que la guardia se ha bajado. Que las calles se llenan de niños jugando y padres de botellón diurno, el que ya hacían antes, pero ahora con las mascarillas en la barbilla. En Cádiz estamos escapando bien, pero los pueblos de nuestra sierra ya han visto el repunte; y las residencias de San Fernando, El Puerto y Jerez, principalmente, han visto como sus ocupantes más mayores han sucumbido a la pandemia.
No importa, es Navidad y los reyes nos traen vacuna. O eso parecen pensar muchos. Quizá crean que ya ha pasado lo peor y se han salvado y que por eso pueden seguir siendo los más listos de la clase, que diría Andrés G. Latorre y que pueden seguir escapándose de puente y que no pase nada. Pero sí que pasa y las barbas de nuestros vecinos ya están siendo recortadas mientras nosotros mojamos las nuestras en cervezas callejeras.
Es cierto que todos ansiamos volver a la normalidad, a reír con los amigos en grandes grupos sentados alrededor de una mesa en cualquier restaurante. Pero ahora toca atarse los machos y mirar al futuro. La historia es cíclica, la pandemia será dura, pero luego ya tendremos tiempo de vivir los locos años 20.