OPINIÓN
Interés y desinterés
Draghi ha tirado ingentes cantidades de dinero desde un helicóptero como decía Milton Friedman, hasta inundar el mercado

Conceptos contradictorios por naturaleza. Desde el interés, valor o utilidad que en sí tiene una cosa, hasta la falta de interés por obtener provecho personal o material de una cosa, ya que no espera ningún beneficio. Interés, en economía y finanzas, es un índice utilizado ... para medir la rentabilidad de los ahorros e inversiones, así también el costo de un crédito. Su antónimo, desinterés, se encuentra más alejado de la economía. Ha tenido habitualmente otros usos: desprendimiento, generosidad, idealismo e indiferencia. Entre sus múltiples significados, que van desde la pasividad, que supone indiferencia, hasta, magnanimidad, lo que denota generosidad, pasando por esplendidez, lo que incluso nos lleva a su uso caritativo. No sé cómo enunciar la situación económica relacionada con el interés o su ausencia: interés negativo, desinterés, falta de interés…La situación es insólita para nosotros, pero en Japón la conocen desde hace dos décadas y no saben cómo salir del problema.
La situación actual es insólita. Pero no lo fue en el pasado. En el siglo XIX, hubo largos períodos en los que se produjeron bajadas de precios. Fenómeno conocido como deflación. Aunque la inflación ha sido lo habitual durante el siglo XX, con tasas de crecimiento medio del 2%, a partir de lo década de los setenta, el índice se situó en el 7%. En España, en la década de los 80 llegó al 15%. Pero, fue Alemania el caso paradigmático de súper inflación acabada la Primera Guerra. Un periódico costaba finalizada la contienda bélica 0,3 marcos. Al cabo de los dos años, ese periódico llegó a costar 70.000.000 marcos. Situación de hiperinflación. La pregunta a hacerse es la siguiente: ¿de qué depende que una economía experimente inflación o no y el nivel de su tasa? Algunos economistas la llegaron a calificar el enemigo público nº 1. Sin embargo, son muchos los que sostienen que una inflación moderada llega a ser incluso conveniente. Su significado general, implica que una subida del nivel de precios, va a suponer una reducción del valor del dinero, ya que, por cada unidad monetaria, podremos comprar menor cantidad de bienes y servicios. Hoy, el mercado ha sido inundado de dinero por los bancos centrales o reservas federales. Sin embargo, el efecto ordinario que ello debiera provocar, es la subida de precios, o sea, de la inflación. Entonces, nos planearíamos una disyuntiva, que debiera ser distinta en el corto, que en el medio y largo plazo. Pero, en el corto plazo, el incremento de la masa monetaria, debe tener como efecto el aumento de la demanda agregada, debe implicar un desplazamiento de la economía en sentido ascendente a lo largo de la curva de oferta agregada a corto plazo. Ello debiera provocar el incremento del empleo en tanto dure los efectos, a costa de incrementar la inflación. Lo contrario, supondría incrementar el desempleo y reducir la inflación. Desde 2007, el mercado está saturado de liquidez como estímulo económico y, sin embargo, la inflación está bajo mínimo. Es la curva de Phillips la que relaciona en el corto plazo ambas variables: empleo e inflación. Los aumentos de la oferta monetaria, los incrementos de gasto público o las reducciones de impuestos, elevan la demanda agregada y trasladan a la economía a un punto en el que se crea empleo y se eleva la inflación. Sin embargo, en el largo plazo, el crecimiento monetario no produce efectos reales, ya que altera los precios y las rentas nominales proporcionalmente. O sea, la curva de Phillips a largo plazo, demuestra la neutralidad monetaria, lo que supone que el mercado del factor trabajo, se situará en la llamada tasa natural de desempleo. Esta tasa, no suele ser socialmente deseable. De ahí que, en el largo plazo, la reducción de la tasa natural de desempleo, exige medidas que mejoren el funcionamiento del mercado de trabajo: la regulación del salario mínimo, la negociación colectiva, el seguro de desempleo y los programas de formación profesional ocupacional. Ello nos lleva inexorablemente a la reducción del desempleo y mayores cotas de producción. Todo ello, en este caso, con independencia de la tasa de crecimiento del dinero y de la tasa de inflación. Curiosamente estas medidas son las que se desprenden de la batería de reformas iniciadas en 2012, que ahora la izquierda política y sindical pretenden derogar.
Draghi ha tirado ingentes cantidades de dinero desde un helicóptero como decía Milton Friedman, hasta inundar el mercado. Ha iniciado en consecuencia una era de tipos de interés negativos. El paquete de estímulos para impulsar la economía europea, aleja “sine die” la normalización monetaria. El exceso de liquidez, ha supuesto la sustitución del tipo de interés interbancario, por la tasa de depósito. De tal forma que los bancos, para aquellos demandantes solventes, prestaran el dinero a cualquier precio que compense en parte la penalización a la que les somete el Banco Central por aparcar la liquidez. Hoy, la tasa de depósito se sitúa en el -0,5%, mientras que el tipo de interés es del 0%. Situación que persistirá hasta que desaparezcan los excesos de liquidez. Es momento para los gobiernos incidan en las condiciones atinentes a la economía real. Será más fácil para aquellos menos endeudados y con presupuestos equilibrados. Ya que las condiciones financieras-monetarias van a seguir inalteradas por algún tiempo. Interés o desinterés, sólo es parte del problema. El problema, los políticos que, en interés propio, se desinteresan del devenir de los ciudadanos.