El Apunte
Una injusta mancha de desprestigio
Los datos oficiales y científicos han confirmado que el alarmante brote infeccioso se debió a hechos aislados, a comportamientos personales
Fueron comportamientos personales, «mala praxis» dice la versión oficial. Se trató de un conjunto de errores, incluso negligencias, protagonizadas con personas a las que les pueden faltar formación, luces o escrúpulos. Quizás, todo a la vez. En un bar concreto, en un momento determinado. Grave, alarmante, incluso trágico puesto que hay una muerte relacionada que los forenses aún deben aclarar de forma definitiva. Nada de quitarle hierro. Nada de mirar para otro lado ni negar las carencias que pueda tener la hostelería gaditana o los sistemas de inspección de las administraciones públicas. Hay mucho que mejorar y mantener. De acuerdo en todo. Es innegable, innegociable. Pero resulta igualmente intolerable extender la mancha del desprestigio a todo un sector, incluso a dos. Los productores y distribuidores de huevos, la industria agroganadera, se ha visto implicada en un caso en el que nada tenía que ver.
Debe ser difícil calcular la cantidad de huevos que se han quedado sin vender esta semana por el estúpido bulo de que había una partida contaminada.La investigación ha demostrado que es falso: 30 bares y restaurantes compartieron los mismos que el foco de la infección y nadie ha tenido el menor problema. El fallo fue aislado, personal. Consistió en una lamentable preparación, en unas pésimas medidas de prevención higiénicas. Huevos sin refrigerar durante días, tortillas hechas con días de antelación, al aire libre... Todo lo que cualquier persona no se plantearía hacer en su casa, para los suyos, pero presentado para varios cientos de desconocidos. Con todo, aprendamos. Los huevos son tan seguros como siempre. La hostelería de Cádiz es, ahora, un poco más fiable y segura que antes, está escarmentada. No hay motivos para generalizar ni criminalizar. Recuperemos la sensatez colectiva.