La inacabable lucha contra la droga
El incremento de las detenciones y las operaciones no oculta el recrudecimiento de un fenómeno perverso
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Como un viejo enemigo que cuando se creía alejado para siempre aparece, la droga en todas sus formas, con toda su repercusión social, ha vuelto a la sociedad gaditana y lo ha hecho de la manera miserable y cobarde que ya conocía: cebándose con los ... jóvenes y con quienes están en riesgo de exclusión social. Los centros de desintoxicación han alertado de que se están volviendo a encontrar consumidores del maldito polvo blanco, al que se puede llegar si se abren puertas que parecen inofensivas como las del hachís o el contrabando de tabaco. Las fuerzas del orden cada vez se incautan de más alijos y el único consuelo es la evidente fortaleza de las fuerzas de seguridad del Estado, que durante los dos últimos años han recrudecido las detenciones y las operaciones como no se había conocido en todo lo que va de siglo. Ahora falta que la administración judicial pueda seguir el ritmo de los operativos que se pueden conocer casi a diario. La situación no es alarmante pero sí significativa: la sociedad se olvidó del drama de la cocaína y la heroína. Pero ha llegado el momento de admitir que ha vuelto.
Desde las asociaciones de ayuda a los toxicómanos inciden en que el perfil del consumidor es el de un joven que no es consciente del riesgo que implica porque no vivió los años más duros de esta plaga, cuando los jóvenes aparecían muertos en los portales por una sobredosis o cuando la delincuencia hizo de algunos barrios de Cádiz auténticas junglas.
Todos somos responsables por el aumento en la tolerancia en cuanto al consumo de drogas. En una provincia como Cádiz, tan acostumbrada al trapicheo, se ha llegado a justificar el tráfico de hachís como una manera, si no legítima, si inocua de ganarse la vida. Cierto es que no es comparable el cannabis y la heroína, pero la mayor permisividad con las drogas ha provocado que los más jóvenes no perciban el riesgo real que hay detrás de la prueba, del «por uno no pasa nada». La droga, la heroína, mata. Ese mensaje que se repetía con tanta insistencia en los 90 parece que ha pasado de moda. Esperemos que, como las barbas o las bicicletas de paseo de los 80, no se ponga también de moda el sufrimiento de tantas madres.