Twitch y periodismo
Ibai Llanos tiene un mérito tremendo, pero como los periodistas nos confundamos y tratemos de hacer algo parecido a lo que él hace, estaremos ahondando aún más en los graves problemas que ya tiene esta profesión
Hace unos siete años, no sé exactamente cuándo, un chaval pelirrojo, con barba y gordito, como él mismo se ha definido alguna vez, se sentó frente a su portátil en bañador, en la intimidad de su habitación y decidió abrir esa ventana al mundo. Lo ... hizo comentando en ‘streaming’ las partidas de videojuegos que disputaba él mismo. Tenía 19 años y enseguida obtuvo una legión de seguidores, niños en su inmensa mayoría, que se entretenían de lo lindo con sus comentarios. Su enorme y fulgurante éxito, en mi opinión, se basaba en dos pilares: su facilidad para comunicar –al menos desde una pantalla de ordenador– y su simpatía, desbordando buen rollo. Desde entonces su éxito no ha parado de crecer, desde Youtube a ESports o Twitch, y sus seguidores pasaron de contarse por miles a hacerlo por millones. Literalmente. De manera que lo que empezó como el hobby de un postadolescente se ha convertido en un trabajo, su trabajo, que le genera pingües beneficios. Ante todo ello, sólo resta quitarse el sombrero, reconocer su mérito y desearle lo mejor.
A día de hoy, Ibai Llanos, es uno de los comunicadores más influyentes de España, aunque es probable que usted no haya ni oído hablar de él. Esa influencia la ejerce fundamentalmente en el sector más joven de la sociedad española. Digamos que de los ‘Millenials’ para abajo, por utilizar una referencia nada científica. Y el súmmum de su carrera, al menos hasta la fecha, lo ha alcanzado esta misma semana, gracias a su buena relación con Leo Messi. El pasado martes, mientras ustedes y yo cenábamos en familia hablando de vacunas, la factura de la luz y la ola de calor, este joven bilbaíno lo hacía en casa del astro argentino, junto al Kun Agüero, Jordi Alba y Busquets. Y dos días más tarde volaba a París para asistir a la presentación de Messi como nuevo jugador del PSG, siendo el único comunicador español al que el ya futbolista del conjunto parisino concedía unas palabras en exclusiva. De nuevo, chapeau por él.
Por supuesto, las redes sociales ardieron, no tanto para felicitarle como para atacar a los periodistas ‘de toda la vida’. El periodismo, esa profesión tan absolutamente denostada en este país, tiene que hacer –desde hace muchos años– un importante ejercicio de reflexión para intentar revertir el desprestigio en el que está –estamos– sumidos. Pero desde luego no pasa por tratar de ser todos como Ibai Llanos. Lo suyo es espectáculo, diversión, entretenimiento. Si en la presentación de Messi del otro día le hubiese preguntado por su relación con Laporta, por su abrupta salida del Barça, por otras posibles ofertas rechazadas, se acabó lo que se daba para él. Y un periodista está obligado a preguntarle por todo ello, aunque no le genere precisamente buen rollo. Por eso Ibai Llanos –personalizo en él a todos los streamers y youtubers– no son periodismo. Son colegueo, diversión, risas con Piqué y con Messi. Y el periodismo en general y el deportivo en particular, que insisto en que tienen muchos problemas por resolver, es otra cosa. Muy distinta. Querer parecerse a Ibai sólo hará que su descrédito aumente. Aún más.