Tres mil años perdidos

Los gaditanos somos incapaces de valorar, por desconocimiento, la inmensa historia de todos y cada uno de nuestros 45 municipios. Y eso es una enorme oportunidad perdida

Zahara de la Sierra ha sido declarado esta semana Municipio Turístico Andaluz. L. V.
Ignacio Moreno Bustamante

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Ubiquemos la acción, que diría el gran Antonio Reguera. Último cuarto del siglo XV. Año 1481. América aún no ha sido descubierta. Andalucía se divide en dos. La parte occidental pertenece a la Corona de Castilla y la oriental al Reino de Granada. La frontera ... que divide ambos territorios es difusa y cambiante, pero digamos que atraviesa la provincia de Cádiz partiéndola por la mitad, trazando una línea imaginaria que arranca en la zona de Barbate, cruza toda la Janda y la Sierra hasta perderse ya en la provincia de Sevilla. En esa línea fronteriza, Zahara de la Sierra queda, por muy poco, en el lado occidental. Y al estar estratégicamente situada en una peña, juega un papel fundamental. Tanto, que a finales de ese año y tras una rápida incursión, los árabes toman la villa por la fuerza. Los Reyes Católicos alucinan, pues llevaban varias décadas de relativa paz y tranquilidad con los vecinos nazaríes. Y alucinan tanto que inician una guerra que unos diez años más tarde acaba con la reconquista de Granada. Un hito de tal magnitud que cambió la historia de España para siempre. Un hito en el que Zahara de la Sierra jugó un papel fundamental. Un hito sobre el que si usted pregunta al 90% de los gaditanos, no digamos ya a las nuevas generaciones, no tienen ni la más repajolera idea. Como de la mayoría de los grandes capítulos de nuestra prolífica historia. A lo sumo a alguien le sonará que una vez, allá por el XIX, los franceses no pudieron entrar en Cádiz. Bombas y fanfarrones. Viva La Pepa. Pero poco más. Nada sobre nuestro pasado fenicio y romano, sobre el Templo de Hércules, la Flota de Indias o Trafalgar. Somos así. Incapaces de valorarnos. Y sobre todo incompetentes a la hora de enfatizar lo mucho bueno que tenemos. El problema añadido es que quizá, en estos tiempos que corren, sea mejor así. Porque enseguida te salta un zopenco diciendo que hay que ver, que en aquel turbio final del siglo XV matamos a los pobres moros. Que asediamos sus ciudades que legitimamente ellos habían tomado varios siglos antes tras desembarcar pacíficamente en Tarifa con Tariq comandando sus naves recreativas. Y que en la Batalla del Guadalete les faltamos al respeto tratando de defendernos. Y en el otro extremo del arco político actual, casi tocándose ambos, será una candidata ultra la que tratará de apropiarse de tales hechos, puramente históricos, para enarbolar una bandera de no se sabe muy bien qué. La Historia es, simplemente eso, Historia. Con claroscuros, con algunas dudas difíciles de resolver. Y con hechos que desde luego no van a cambiar los que tratan de manosearla absurdamente.

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