El tiempo los juzgará
A nuestros actuales dirigentes, que se dedican a juzgar la historia según su prisma,también les llegará la hora de estar al otro lado. Y no saldrán muy bien parados
La verdadera función de cualquier líder político, sea del color que sea, es marcar la senda a seguir por aquellos a los que gobierna. Abrir caminos que, una vez finalizado su mandato, hayan alcanzado un destino mejor que el se encontraron al llegar. Luego, pasados ... los años, el tiempo se encarga él solito de juzgar si lo consiguieron o no. Y suele haber bastante consenso al respecto, por más que algunos se empeñen en dividir y en hacer sus particulares revisiones desde su perspectiva personal, a menudo sesgada. Si esos líderes han transcendido a su época, es la historia la que se encarga de ese juicio. Desde Julio César a Napoleón, pasando por Adolf Hitler, Stalin o cientos de ellos más. Y más cerca, en el tiempo y en el espacio, todos recordamos a presidentes del gobierno que contribuyeron al progreso de España o alcaldes que realmente mejoraron su ciudad. Y los hay –de hecho la mayoría– que pasaron sin pena ni gloria. Es la historia, la de nuestro planeta, la de nuestro país, la de nuestro municipio. La que debemos conocer para quedarnos con lo bueno y no repetir errores.
Del mismo modo que todos nuestros ancestros fueron juzgados, a nuestros actuales gobernantes también les llegará esa revisión. A ellos, que a día de hoy tratan de impartir su particular justicia histórica con debates estériles que sólo llevan a la confrontación. La última sandez, defendida por nuestra parlamentaria andaluza Teresa Rodríguez, la eliminación de las estatuas de políticos ‘esclavistas’, empezando por Colón. La penúltima, la exhumación de Franco. Y por esa senda nos llevan.
Sinceramente, ¿qué creen que dirá el tiempo de nuestros actuales dirigentes? ¿Cómo juzgará a Pedro Sánchez, a Pablo Iglesias, a Irene Montero o a Kichi, nuestro ilustre alcalde de Cádiz? Ojalá ese juicio sea benévolo con ellos, significará que realmente habrán logrado su cometido. Pero mucho me temo que no será así. Lo que hemos visto hasta ahora, a nivel nacional, es a un presidente que alcanzó el poder haciendo exactamente lo que prometió que nunca haría. Un líder del PSOE que se ha abrazado a partidos que tienen una forma de entender la política absolutamente frontal a la que defiende el Partido Socialista. Que ejecutó una moción de censura oportunista y posteriormente se alió con separatistas, populistas y proetarras. Por manido que suene, no deja de ser duro. Y cuando se analice con perspectiva la crisis del coronavirus, las cifras desvelarán que España es uno de los países que peor parado ha salido de ella, tanto desde el punto de vista sanitario como el económico. Y lo mismo ocurrirá con el gobierno local de Cádiz, que ni está ni se le espera. El alcalde lleva meses prácticamente oculto, avivando debates absurdos desde las redes sociales para ocultar el verdadero problema, que es su nula gestión de la ciudad, más allá de cuatro anuncios efectistas. A ellos, que ahora se dedican a juzgar la historia según su prisma, también les llegará la hora de estar al otro lado. Es una simple cuestión de tiempo. Y el veredicto final es evidente. Culpables de las acusaciones de ineptitud y sectarismo.
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