Sobre nuestras cabezas

No sería justo culpar de todo a los políticos. La responsabilidad para frenar al virus empieza por uno mismo

Los ciudadanos seguimos tratando de hacer vida 'normal' pese a la pandemia Antonio Vázquez

Podemos seguir dándole todas las vueltas que usted quiera. Podemos seguir engañándonos y hacer una vida lo más ‘normal’ posible. Podemos seguir yéndonos de copas los fines de semana. Y no hablo sólo de los jóvenes, que también, sino de ‘puretas’ hechos y derechos. Podemos ... mirar para otro lado, hacernos los locos, autojustificarnos –«no, no, yo cumplo todas las normas»–. Podemos incluso distraernos con absurdas mociones de censura, con la portada de Irene Montero en Vanity Fair, con el separatismo, con la república, con los vídeos de Kichi con bigote y la música de fondo de Manu Chao –‘Me dicen el desaparecido...’–. Todo lo que usted quiera. Pero lo cierto y verdad es que tenemos otra vez una terrible pandemia encima de nuestras cabezas. O mejor dicho, la misma pero con más virulencia, porque nunca nos abandonó, por más mensajes triunfalistas que enviara nuestro presidente del Gobierno en verano. Una virulencia propia de esta época del año. Y lo peor está aún por venir. Eso lo sabíamos. Desde que el mundo es mundo, al verano le sigue el otoño y después viene el invierno. Pero por increíble que parezca ninguno de nuestros gobernantes lo vio venir. Y si lo vieron, no supieron hacer nada por, al menos, minimizar sus efectos. Nos dijeron que este año era más importatante que nunca la vacuna de la gripe. Por dos razones. Para evitar confundir síntomas y para contribuir a no saturar los hospitales. A estas alturas, con más de un mes de otoño cumplido, aún no se ha terminado de vacunar a la población de riesgo. Y el resto de españolitos seguimos esperando. Si es que accedemos todos a ella, que no está nada claro. Como no está claro qué diablos tenemos que hacer. Ni aquí, ni en Madrid, ni en Sevilla, ni en el País Vasco, ni en Granada capital, ni en su área metropolitana ni en ningún sitio. La gestión es, vuelve a ser, un caos. Hace siete meses era entendible. Hoy no tiene justificación posible. El Gobierno va a volver a decretar hoy el Estado de Alarma. Ya llegan tarde. Como siempre en esta crisis sanitaria y económica.

Pero también es cierto que no sería justo culpar de todo a los políticos, sean del signo que sean. Si una cosa está clara es que la responsabilidad de minimizar los efectos del coronavirus hasta que llegue la vacuna y lo haga a toda la población, empieza por uno mismo. Y si miramos hacia nuestro interior, seguro que todos podemos hacer más. Protegernos mejor. Pero en este país, y quizá en el mundo entero, es evidente que sólo aprendemos a base de castigos, de multas, de restricciones. Nadie escarmenta en cabeza ajena. El problema es que este virus lo tenemos justo ahí, encima de nuestras cabezas. Y no parece que queramos enterarnos. Nos ponemos una mascarilla y nos tiramos a la calle. Eso no es suficiente. Y lo estamos pagando muy caro.

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